Cuenta la mitología griega que Dédalo y su hijo Ícaro se encontraban presos en la isla de Creta y que el primero que era arquitecto de oficio pensaba en las maneras como podrían escaparse.
Como la isla podía ser controlada por tierra y por mar se le ocurrió confeccionar unas alas de plumas unidas fuertemente con cera para sobrevolarla y huir. Luego de algunas pruebas lograron elevarse del suelo y decidieron intentar la fuga. Iniciado el vuelo el experimentado Dédalo advierte a su hijo que no volara demasiado alto como para que el calor del sol derritiera la cera que amalgamaba las plumas ni tan ceca al mar para que el agua las mojara que las hiciera tan pesadas que sería imposible agitarlas.
Al final logran alejarse, pero el entusiasmado Ícaro desconociendo la experiencia asciende demasiado alto y el calor del sol derrite la cera de sus alas y se precipita al mar donde muere. Dédalo llega a su destino donde encuentra la libertad y seguridad que tanto anhelaba. Dos maneras de ver, sentir y buscar el destino. El Ecuador que quiere huir de la situación que nos han llevado los 10 años de despilfarro, corrupción y persecución política, merece sobrevolarla con seguridad. Cuidemos nuestras alas de cera que pueden dañar aquellos que aún creen que pueden impedir el cambio de ese escenario.