William Blake dijo: “Quien nunca cambia sus opiniones vive en aguas estancadas en las que crecerán reptiles”. Cuán cierta esta sentencia, cuán oportuna ante la indignante realidad que nos golpea. El respeto a la honra ajena, tan pregonado por su majestad, es una mentira que hiere a los miles de ecuatorianos que vivimos de acuerdo con los valores inculcados por nuestros ancestros. ¿Cómo pretende que le creamos si sábado a sábado injuria, ofende, censura, satiriza y se cree el dueño de la verdad? ¿Quién fallará a favor de los
numerosos ciudadanos que han visto, escuchado y sentido vulnerada su dignidad por parte de los delincuentes que entraron al país con venia del Gobierno y nos tienen en vilo? ¿Quién devuelve la vida e indemniza a las víctimas menos afortunadas? ¿Cómo pretende privar de la libertad por tres años a quienes solamente ejercieron su derecho de expresarse? Los USD 80 millones son inimaginables para el ciudadano común, que lucha por ganarse cada centavo, pero para él solo es la melodía que acompañaría su sed desmedida de poder. No somos reptiles, pero nadamos en aguas estancadas, putrefactas, de las que queremos librarnos, ¿cuándo lo haremos?