Este miércoles 10 de agosto cumplía 80 años de vida el Dr. Álvaro Pérez Intriago, pero el destino cortó su existencia terrenal ocho días antes. Quito y Pichincha le despidieron con afectivas demostraciones de gratitud y reconocimiento, pues su obra como alcalde de la capital y prefecto de la provincia, especialmente, constituyen un verdadero legado de su vocación de servicio a la comunidad.
En la memoria de pichinchanos y quiteños queda imperecedera su imagen de administrador patriótico, creativo, entusiasta, incansable, carismático. Por voluntad del pueblo fue también elegido legislador de la Patria y concejal de Quito -que fue el inicio de su amplia carrera política, de aproximadamente medio siglo-. En el marco del servicio público que desempeñó como prefecto y burgomaestre cumplió a cabalidad los encargos que le confirieron sus colegas como presidente del Consorcio de Consejos Provinciales y de la Asociación de Municipalidades del Ecuador, respectivamente, aparte de presidir con eficiencia y pulcritud el Tribunal de Garantías Constitucionales.
Su gestión al frente de la Asociación de Fútbol No Amateur (AFNA), igualmente, ha sido valorada en justa dimensión. Mucho hay que decir de su desempeño público ejemplar. Los medios de comunicación del país y de Quito, particularmente, destacaron su trayectoria con ocasión del lamentable deceso ocurrido hace una semana, además de registrar en sus páginas y espacios informativos el sentimiento de pesar general y las múltiples muestras de solidaridad con su atribulada familia. Se ha enumerado y reseñado lo más visible de su encomiable obra, pero de esa enorme herencia estimo es mi deber resaltar dos aspectos. Uno, su inclaudicable fe democrática como ciudadano y militante liberal. Hacía parte de su vida política diaria el respeto absoluto a los valores de la democracia y sus instituciones: fue un gran defensor de la autonomía municipal. Dos, fue un ejecutivo visionario y práctico, objetivo: en su alcaldía propició un cambio en la atención que brindaba la municipalidad a sus parroquias rurales -en ese entonces 36-, para incorporarlas al desarrollo moderno con la consecuente mejor calidad de vida de sus habitantes: emprendió el primero y masivo plan de pavimentación y adoquinamiento de calles, sin dejar de lado la dotación, renovación y mejoramiento de los servicios básicos de agua potable, alcantarillado y energía eléctrica. Sí, Alvaro Pérez Intriago hizo de la política sinónimo de servicio a la comunidad!