Es irrelevante lo que diga o trate de decir el Ministro de Educación del Ecuador desde Brasil, los acuerdos ministeriales no fueron coherentes, pecaron precisamente de aquello que se ufana en la comunicación enviada. El texto del acuerdo publicado fue antojadizo y descuidado. Queremos pensar que inadvertidamente dejaron sin la enseñanza del inglés a los niños de básica, sería inconcebible que lo hicieran por razones políticas. En lugar de prohibirlo deberían incluir materias en ese idioma, a lo largo de todo el ciclo educativo; procurar que los niños sean capaces de leer y escribir en inglés para que cuando sean presidentes o cancilleres puedan comunicarse en ese idioma, sin avergonzarnos. Parece que los funcionarios de los ministerios tienen la obligación de producir acuerdos a como dé lugar, sin reparar en las consecuencias de su falta de cuidado en los detalles. Todos los países interesados en el desarrollo y prosperidad de sus habitantes intentan que los niños aprendan varios idiomas, amén de ostentar un nivel superlativo del inglés. Chinos, coreanos, iraníes, rusos, cubanos, venezolanos -para citar algunos de la misma tendencia que los miembros de la cúpula del actual Gobierno- estudian inglés para comunicar las consabidas “malas nuevas” de su gestión al mundo global. Un acuerdo ministerial no es un documento cualquiera, alguien debería verificar lo que producen las huestes revolucionarias y evitarles la vergüenza de producir nuevos acuerdos para corregir los anteriores.