Acercándonos al socialismo

Paul Johnson escribió: “Cuando se eliminan las limitaciones morales de la religión y la tradición, la jerarquía y el precedente, (…) el poder de suspender o desencadenar episodios catastróficos no revierte sobre la benevolencia impersonal de las masas, sino que por el contrario, recae en las manos de hombres que están aislados en la totalidad misma de sus naturalezas perversas”. Es difícil convertir una sociedad anárquica, caótica e indisciplinada en un sistema totalitario, pero es posible. Con las sentencias condenatorias contra El Universo y los autores de “El Gran Hermano”, Ecuador ha dado un paso decisivo en esa dirección. Ya se empezó a quemar libros: falta implantar delatores y destierro (en proceso), violación de domicilios, trabajos forzados, etc. Citando a Marx, la historia se repite: hace 80 años, Europa vivió la tragedia; aquí y ahora, ojalá veamos solo la farsa, con menos víctimas que en otras latitudes, aunque solo sea por el temperamento tropical, más proclive al dinero que a la sangre.

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