Con mayor frecuencia de lo que quisiéramos, vemos en los noticieros y la prensa escrita relatos de terribles accidentes en las carreteras que son causados, según las investigaciones periciales, por problemas en los sistemas de frenos. Por desgracia, las víctimas no se limitan a los ocupantes del vehículo con el problema mecánico, sino que incluyen a pasajeros de otros automotores, peatones y hasta ocupantes de viviendas contiguas a las carreteras.
Para paliar estos accidentes se propone aumentar la cantidad de radares en las vías, acción que es positiva pero que no ayudará para estos casos de problemas mecánicos, pues su origen no necesariamente se debe al exceso de velocidad inicial del vehículo, sino a la que adquieren en una prolongada bajada cuando los frenos no responden.
Para esto existen soluciones técnicas que no son ni complejas ni muy costosas y se las aplica en muchos lugares del mundo en donde, como en nuestro caso ecuatoriano, tienen zonas de montaña que obligan a trazados de carreteras con largos trechos en bajada. Se trata de las rampas de frenado, escape o emergencia, construidas en paralelo a la vía pero con pendiente ascendente, para que hacia allá se desvíen los conductores que tengan problemas de frenos en sus vehículos, evitando así provocar un accidente. En la superficie de estas rampas se coloca una cama de graba capaz de producir el entierro de las llantas del automotor que la utilice y así conseguir reducir la velocidad hasta que se detenga por completo el vehículo. Completado el dispositivo con una adecuada señalización y divulgación de su función, son de gran utilidad en los lugares donde la estadística nos señala altos índices de accidentes ocasionados por fallas en los sistemas de frenado. Quizás las autoridades consideren esta opción para la disminución de pérdidas de vidas en las carreteras ecuatorianas.