A propósito de las fiestas de fundación española de Quito, nuestra hermosa ciudad, Patrimonio Cultural de la Humanidad, no tiene actualmente -y esto lo saben todos- el mismo ambiente festivo y turístico que hace recientes años le distinguía entre las principales capitales taurinas de América, y cuya fama trascendía con méritos al mundo.
Al pasar por la Monumental de Iñaquito, duele ver cómo en su fachada externa avanza el deterioro y el olvido. Y golpea más el alma, ingresar y constatar su interior desolado y destruido por el abandono obligado en que sus graderíos y ruedo se encuentran: mudo silencio, descoloridos espacios, maleza en la arena; y una fantasmagórica imagen que indigna por el poder del absurdo o el absurdo del poder.
Ojalá muy pronto, Quito en América y España, vuelva a tener fama, turismo, comercio y muchos emprendimientos que la fiesta brava genera. Tal es el caso de otras ciudades ecuatorianas donde la afición quiteña llega.