La despenalización del aborto en los casos de violación e incesto, o en cualquier caso excepto el natural, significa la sentencia de muerte de un ser humano inocente que no puede defenderse.
La sociedad no debe aceptar la muerte como solución a la maldad. Pena de muerte tendría que aplicarse a los violadores, y también a las personas que después de tener relaciones sexuales consentidas buscan el aborto como una solución al problema (es así como lo mal nombran). Problema es someterse a un aborto, que muchas veces tienen consecuencias irreversibles a futuro, como la impotencia de procrear. En otras sociedades coma la musulmana, imponen al violador el castigo de la castración. Por lo tanto, existen soluciones. La adopción es una. Otra, sería recurrir a ONGs que ayudan a la niñez con la compañía de sus padres como Compassion International en donde laboré y también instituciones como las Siervas de María de la calle Colón y 12 de Octubre de Quito, en donde fui director del voluntariado, y siendo testigo de su abnegación de servicio de estas hermanas al cuidar de los enfermos y ayudar a muchas jóvenes embarazadas. También trabajé para la Organización de los Estados Americanos y permítanme decirles que no existe en la Carta de la OEA ni en la de Derechos Humanos el que se permita matar a un ser inocente que no pueda defenderse, más bien protegen la vida del ser humano desde que se engendra.
Cuando voy caminando por la calle y miro los edificios públicos, junto a los logos de cada institución hay una frase que dice, “Ecuador ama la vida”. Lo cual no concuerda la idea de despenalizar el aborto, que es una sentencia de muerte.