Escudarse tras una tradición popular y descontextualizar la misma para dar rienda suelta a expresiones inmorales e insultantes es en lo que ha derivado la presentación de las viudas del año viejo en el Ecuador.
Más allá del credo u orientación sexual que se tuviere, resulta un despropósito aberrante la degeneración que ha sufrido la intervención de jóvenes ridiculizados de mujeres realizando bailes “supuestamente” sensuales frente a los conductores en la noche de fin de año. Distintos son los tintes y alcances de los ejecutantes de este desvergonzado acto, pero la tónica general es ver en la noche de fin de año a jóvenes luciendo prendas de mujer, con bultos exagerados simulando cuerpos femeninos y realizando bailes que a más de ridículos rayan en la obscenidad.
Con sorpresa se ve a diario las simplezas por las que se escandaliza la sociedad hoy en día, y por otro lado se aplaude y festeja que jóvenes vestidos y pintados de mujer realicen bailes inmorales frente a los autos y se dirijan a los conductores en lenguaje propio de un burdel sin importarles los adultos mayores, niños y damas que resultan ser su público forzado.
No es un asunto del gobierno, es un tema y responsabilidad de la sociedad civil, el inculcar en cada hogar que este tipo de actos inmorales no son normales ni aceptables en un contexto abierto de público y horario. Aberrante y bochornoso espectáculo.