Parecería ser que la capacidad de asombro de los ecuatorianos no tiene límite; todos los días nos enteramos de nuevas irregularidades, trapacerías, desfalcos, robos, violaciones a los derechos humanos o a las leyes y un largo etcétera.
Lo que si tiene límite y parecería ser que nos vamos acercando es la paciencia para ver que luego de los centenares de denuncias no se avanza un paso en ninguna de ellas; y la impaciencia y desencanto es mayor cuando se ve que no hay ninguna gestión en recuperar lo ilegalmente apropiado. Para esto último no se necesita de leyes ni autorizaciones especiales hay empresas mundialmente conocidas que pueden encargarse de ese trabajo con la sola, única y exclusiva voluntad de contratarles. No queremos ni pensar que todo esto sea la construcción de un inmenso paraguas por el cual resbalen las denuncias y campee la impunidad.
El gobierno y en especial el presidente Moreno deben devolvernos y refrescarnos nuestra credibilidad en la palabra presidencial cuando en repetidas ocasiones nos ha hablado “de la cirugía mayor contra la corrupción”. Obras son amores que no buenas razones; porque no concentramos todos los esfuerzos en cuatro o cinco campos específicos y emblemáticos (contratos petroleros, casos Balda y Gabela, Caminosca) y un excelente grupo de juristas y expertos se concentran en llevar adelante esas gestiones. Un juicio se puede perder o por no tener argumentos, o porque teniéndolos de los mejores el trámite procesal no fue el adecuado.