Las marcas buscan que sus motores de diésel sean más eficientes y ecológicos
Cada año se vuelven más estrictas las leyes que controlan el proceso de producción de un vehículo y su desempeño en las carreteras a escala global.
El objetivo de cada reglamento internacional es contribuir al cuidado del medioambiente y garantizar un producto de calidad a los clientes de la industria automovilística.
Los motores de diésel, en su tiempo, estuvieron bajo una constante observación crítica de las entidades de regulación. Hace algunos años, esta clase de propulsores tenía niveles altos de contaminación por emisión de gases y por generación de ruido. Sin embargo, esta realidad cambió con los nuevos avances tecnológicos.
Las distintas marcas fueron perfeccionando los sistemas de diésel que equipan sus impulsores con nuevos desarrollos como el CRDi (riel común), por ejemplo.
Este mecanismo es un sistema electrónico de inyección de combustible que aspira directamente el diésel del tanque y que lo envía a un conducto común para todos los inyectores y, estos a su vez, a cada cilindro del motor.
Las marcas buscan que sus motores de diésel sean más eficientes y ecológicos
Otro de los avances fue la utilización de turbos para mejorar el desempeño de este tipo de propulsores mediante la reutilización de los gases que producen. Estas sustancias son enviadas nuevamente al motor para generar más potencia.
A todo esto también se le sumó la inclusión de filtros de partículas para reducir la emisión de contaminantes al aire.
Pero el avance de la tecnología no se ha detenido ahí, en los últimos años se han retomado las investigaciones realizadas por Rudolf Diesel, a inicios del siglo XX, sobre el biodiésel. Este es un carburante obtenido a partir del procesamiento de los aceites vegetales y de las grasas animales.
El uso del biodiésel implica el cambio de mangueras en el propulsor. Foto: Ingimage
Según los estudios realizados por las áreas de investigación de distintas empresas especializadas en este tema, el uso del
biodiésel permite reducir entre un 20 y 80% la emanación de C02 a la atmósfera.
Su uso supone el desarrollo de una infraestructura adecuada para el aprovisionamiento del combustible y la modificación de los impulsores para su uso, pues las mangueras y los empaques no están diseñados para soportarlo.