Texto y contexto crítico

Texto y contexto crítico es un espacio de ideas libres sobre la política nacional. Otros artículos del autor: http://bit.ly/jImbaquingo

Jorge Imbaquingo

Jorge R. Imbaquingo

Licenciado en Comunicación Social por la Universidad Central. Knight Fellow Stanford University 2012. Es periodista desde hace 23 años. Colabora con el Grupo EL COMERCIO desde el 2016 como Editor de Ciudad. Actualmente ocupa el cargo de Editor Político.

Vote bien

No hay duda de que el debate nacional sobre los comicios electorales de este domingo 24 de marzo se ha centrado en casi un punto único: la elección de los miembros del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (Cpccs), a pesar de que también se votará por concejales, alcaldes, prefectos e incluso una Consulta Popular en Azuay para permitir o no la minería en Quimsacocha.

El correísmo fue ideador de esta instancia que nombra autoridades y lucha contra la corrupción. Lo impuso con una máxima: los consejeros del Cpccs deben ser apolíticos, deben ser ciudadanos y desde ahí vendió esa idea como la salvación para una soceidad civil apática y cansada de los partidos políticos. Pasados casi 10 años de la aprobación de la Constitución de Montecristi, el mismo correísmo ha bregado por llegar a ese espacio cristalino e impoluto de ciudadanos apolíticos, como si hubiese una dicotomía entre ser ciudadano y político. Y, aunque suene curioso, también hay otras fuerzas políticas que lo ven así.

Lo cierto es que si alguna posición proselitista o tienda política lograra una mayoría de cuatro consejeros en el Cpccs podrá dominar el Pleno y de allí en adelante solo el cielo es el límite, porque las funciones del Cpccs pueden desviarse. Está muy claro que el nuevo consejo no podrá nombrar autoridades, que solo podrá realizar una lucha anticorrupción, pero las mayorías en organismos clave del Estado pueden hacer y deshacer, eso ya lo sabemos.

Así las cosas, los ciudadanos deben votar este domingo 24 de marzo. Y deben hacerlo bien. Deben estar claros de que no es una elección más: se vota por los destinos de las ciudades y las provincias, con sus alcaldes, concejales y prefectos. Y para ver la contradicción latente, se juega el futuro político de este país con un organismo que en teoría no debería tener filiaciones partidistas, pero que puede llegar a politzarse con fuerza desde su nombramiento en adelante.

Vote bien. No hay otra premisa.