Texto y contexto crítico

Texto y contexto crítico es un espacio de ideas libres sobre la política nacional. Otros artículos del autor: http://bit.ly/jImbaquingo

Jorge Imbaquingo

Jorge R. Imbaquingo

Licenciado en Comunicación Social por la Universidad Central. Knight Fellow Stanford University 2012. Es periodista desde hace 23 años. Colabora con el Grupo EL COMERCIO desde el 2016 como Editor de Ciudad. Actualmente ocupa el cargo de Editor Político.

Sin la regularización se propende a la estigmatización

En las reporterías que hacen los periodistas día a día hay ciertos momentos en los que se va por unos datos específicos y se regresa a la redacción con más datos, con las historias de las personas y que no solo son momentos de sus vidas, sino sus esperanzas de que algo va a mejorar.

Eso le pasó a un periodista de la sección Política, que fue por unos datos sobre la situación de los venezolanos tras la pandemia. Claro que encontró esos datos. Lo interesante es que de una sola reportería trajo un par de temas inexplorados (tuvo el acierto de no conformarse con los datos de cajón). Por una parte, un venezolano, cuyo estatus migratorio era irregular, le contó que las mafias coyoteras ofrecen a los ciudadanos de ese país acceder a supuestos estatus migratorios favorables.

Un viaje a EE.UU. para un ecuatoriano, gestionado por un coyotero, está en al menos USD 15 000. Para un venezolano está entre USD 1 500 o 4 000. En cualquiera de los casos, el cobro representa el execrable delito de tráfico de personas. Los venezolanos muchas veces son deportados, puesto que hay un estatus migratorio especial para quienes residen allá. Al final, es una aventura que será imposible de concretar y que deja una secuela de deudas y cicatrices sicológicas que no sanan fácilmente.

El otro reportaje que salió de esa visita a las casas de acogida de migrantes es que en ellas no solo había venezolanos, sino colombianos también. Desde hace mucho tiempo, y sobre todo con la pandemia, este flujo migratorio desde Colombia se había reducido. La explicación vino desde ellos mismos: las protestas en Colombia, desatadas por una reforma tributaria (que quería cargar el peso de la crisis de ese país por el covid-19 ) hizo que muchos se vieran forzados escapar al país que, por tradición, los ha acogido: Ecuador.

El incremento del 251% de solicitudes de asilo de colombianos, entre abril y junio, dibuja el terrible proceso que vive Colombia y los coletazos que recibe y resuelve Ecuador como país de acogida. No solo colombianos, hay muchos venezolanos que estuvieron en Colombia y, por este mismo problema, han tenido que entrar a territorio ecuatoriano.

El alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, Filippo Grandi estuvo presente en el país. Ayer, habló con el vicepresidente, Alfredo Borrero, para agradecer la labor de este país con los refugiados. “Tenemos una tradición muy larga de trabajo con Ecuador en tema del asilo a los colombianos y ahora de acogida a los venezolanos. El presidente Lasso declaró hace unos días un proceso de regularización, de inclusión de los migrantes”, dijo Grandi.

Grandi trajo a colación la regularización ofrecida la semana pasada por el Ejecutivo en una reunión multilateral para obtener recursos para mitigar los efectos de la migración venezolana. En un primer proceso realizado el año pasado se regularizaron 93 066 venezolanos, cuando los cálculos más conservadores plantean la presencia de al menos 250 000 en Ecuador. Ojo: sin regularización se propende a la estigmatización social y económica de los migrantes.