Texto y contexto crítico

Texto y contexto crítico es un espacio de ideas libres sobre la política nacional. Otros artículos del autor: http://bit.ly/jImbaquingo

Jorge Imbaquingo

Jorge R. Imbaquingo

Licenciado en Comunicación Social por la Universidad Central. Knight Fellow Stanford University 2012. Es periodista desde hace 23 años. Colabora con el Grupo EL COMERCIO desde el 2016 como Editor de Ciudad. Actualmente ocupa el cargo de Editor Político.

Todas las leyes tienen efecto bumerán

El Consejo Nacional Electoral (CNE) se reunió el pasado lunes para aprobar, entre cosas, la normativa para las elecciones primarias, descritas en el Reglamento de Democracia Interna de las Organizaciones Políticas. Allí se matizaron algunas puntos clave que no estaban claros en el reglamento precedente, aprobado en el 2012, en pleno auge correísta.

El anterior reglamento establecía que “el candidato deberá aceptar su nominación ante una delegada o delegado de la Coordinación Nacional Técnica de Procesos de Participación Política del Consejo Nacional Electoral, en unidad de acto. La aceptación de la candidatura es un acto público, expreso, indelegable y personalísimo”.

Ahora, se matizó que para los cargos de autoridades locales, los candidatos deben aceptar su postulación en las Delegaciones Provinciales del CNE; si son las candidaturas para cargos de autoridades nacionales, estas deben aceptar en la Dirección Nacional de Organizaciones Políticas del CNE, en Quito. Finalmente, para los candidatos para el puesto de asambleísta del exterior, estas postulaciones se pueden aceptar en los consulados del extranjero.

Se trata de precisiones que dejan claro el panorama, una vez que en los consejos consultivos del CNE, los partidos políticos acordaron que la aceptación de las candidaturas debían ser trámites personales y no por internet, aunque hubo un par de movimientos que pedían que la aceptación de la candidatura se realizara por la vía telemática, por todos los inconvenientes logísticos presentados por la pandemia del covid-19.

El espíritu evidente de la norma, o lo que se vendió a la sociedad en el 2012, es que con esas reglas las personas que tienen problemas con la justicia puedan utilizar a las elecciones como una vía para la impunidad. Hace ocho años se aprobó que la aceptación de las candidaturas sea un acto “personalísimo”. Es raro que ahora el correísmo diga que no debe ser así, luego de haber pregonado sus bondades. Todas las leyes tienen efecto bumerán.