Tras el anuncio de la conformación del Frente Social del nuevo gobierno y su afán de inclusión, el presidente electo, Guillermo Lasso, tiene varios retos. Uno poco tratado es que el Ejecutivo debe dar un paso en firme en el manejo político comunicacional: dejar la retórica de campaña e iniciar procesos de divulgación verdaderamente democrática.
A Lasso se le viene algo más complejo: Develar su frente económico y político. Deberá tener un ministro de Gobierno que sea capaz de ser nexo político con la Asamblea y la sociedad civil y, además, manejar los temas de seguridad interna (¿con mano dura como ha sido la tesis de sus compañeros de alianza, el PSC?). Tiene que encontrar un ministro de Finanzas que ponga orden en la casa, pero que no abandone a lo que se ha denominado economía popular y solidaria, algo que el mismo Lasso mencionó que era pilar fundamental de la sociedad, en su intervención el pasado lunes. Debe encontrar un Canciller que sea capaz de levantar el teléfono y que hable de igual a igual con sus pares de la región y del mundo para lograr avances efectivos en el críptico mundo de la diplomacia.
Es complejo en la medida de que tiene que justificar esos nombramientos. De ahí que es importante que luego,ya en el poder, abandone el abuso de la cadena nacional, y que la cuenta presidencial de Twitter sea un medio efectivo de informaciones urgentes. ¿Difícil? Sí. Tras 14 años, sociedad, directores de comunicación estatales lo ven como algo normal.
La comunicación política debe ser tomada como una medida del avance de la libertad de información, de la cual los gobiernos tienen incidencia con sus políticas de información coyuntural, pero también con su transparencia.
El periodismo de datos trabaja con datos duros y, de ellos, saca conclusiones con dos objetivos: informar mejor y hacer una gobernanza de las estadísticas que llevan las administraciones estatales. Así, eleva los estándares del derecho de la libertad de información. No deja que esos datos caigan al vacío.
Esta idea de trabajar con grandes cantidades de datos se desarrolló mientras las instituciones públicas soltaba más y más información en sus portales web. Datos que en el pasado apenas se podían acceder mediante órdenes judiciales, ahora están desplegados con cierta metodología. Eso, en Europa y EE.UU.
En Ecuador, la liberación de la información oficial es una tarea que, a pesar de los años que tiene el Internet, no termina de consolidarse. Sobre todo por que los gobiernos cooptados por la corrupción no hacen nada por mejorar los datos de sus entes administrativos.
En abril del año anterior, un periodista de la sección Política de este Diario entró al portal de Compras Públicas. Tras horas de navegar en una web poco amigable, encontró que en el IESS había un contrato para comprar mascarillas a USD 11 cada una. Eso fue el puntal del ovillo de una red de corrupción. El próximo gobierno tiene la oportunidad no solo de publicar todos los datos estatales, sino de que sean fáciles de hallar.
Eso también es democracia: liberar los datos y que sean públicos de verdad.