Texto y contexto crítico

Texto y contexto crítico es un espacio de ideas libres sobre la política nacional. Otros artículos del autor: http://bit.ly/jImbaquingo

Jorge Imbaquingo

Jorge R. Imbaquingo

Licenciado en Comunicación Social por la Universidad Central. Knight Fellow Stanford University 2012. Es periodista desde hace 23 años. Colabora con el Grupo EL COMERCIO desde el 2016 como Editor de Ciudad. Actualmente ocupa el cargo de Editor Político.

El canciller de las FARC ya no consta en el padrón

Lo publicado en este Diario, el pasado domingo muestra la vulnerabilidad de nuestro sistema electoral. Según el Consejo Nacional Electoral (CNE) transitorio, se ha logrado dar de baja a al menos 50 000 extranjeros que tienen cédula de identidad ecuatoriana. Uno de los eliminados del padrón electoral es el canciller de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), Rodrigo Granda. Ni más ni menos.

La historia de Granda no deja de sorprender. Si en 1995 pudo comprar una casa en Quito, a su nombre, a pesar de que se sabía quién era y cuáles eran sus funciones dentro de la guerrilla colombiana, así se entiende lo vulnerable que es el padrón y que pudiera acceder al derecho del voto en los procesos electorales ecuatorianos.

El caso de Granda y de otros dos guerrilleros de las FARC salta cuando se hace una actualización del padrón y se da de baja a los extranjeros con cédulas vencidas. Lo que a las claras muestra que el padrón tiene serias fallas, pero que el problema más grave es que no ha habido voluntad política desde hace años para hacer una verdadera depuración del listado de personas que pueden ejercer el voto en el Ecuador.

Poco se puede hacer para la próxima cita electoral de marzo del 2019. No hay el tiempo para lograrlo. Así que las elecciones presidenciales del 2021 serán la vitrina que muestre qué tanto se ha avanzado en democracia.

Entonces lo ideal es que la clase política deje a un lado cualquier intento de sacar ventaja del padrón electoral y lo depure. Pero de verdad, sin trucos.

Un primer paso debería venir del Ejecutivo, que podría autorizar al Registro Civil y al CNE para que actúen de forma conjunta, quizá como una entidad fusionada, con lo que el padrón sería un elemento vivo que podría actualizarse constantemente, para que no ocurra lo que pasa en cada elección: que faltando seis meses se diga que no hubo tiempo para hacer una depuración efectiva y que, debido a eso, alguien saque provecho.