Un año para atrapar los votos del centro
Este es un año electoral. Todo a contrarreloj, porque hoy se vota el veto a las reformas electorales. Una vez que estén publicadas en el Registro Oficial, el Consejo Nacional Electoral (CNE) podría hacer convocar a elecciones. La carrera por ocupar Carondelet es un hecho consumado por los políticos, más allá de las formalidades legales.
Por una parte, las derechas tienen la oportunidad de hacer tendencia, aunque sus máximos exponentes no se hablan, y mucho menos van a optar por una candidatura de consenso. Por otro, las izquierdas ya manejan la posibilidad de un postulante único. El correísmo busca un candidato a presidente, que acompañaría a Rafael Correa en la papeleta, si este lograra ser inscrito como aspirante a vicepresidente mientras no tenga una sentencia en firme (eso sí, no puede correr para primer mandatario, porque no existe tercera reelección para ese cargo).
En una entrevista publicada en este Diario, el analista José Luis Fuentes aseguraba que los comicios marcarán dos puntos complicados para el correísmo que quiere ir más allá de su voto duro (entre el 20 y el 25%). 1. Convencer a nuevos votantes. 2. Ir en alianza, la más lógica con los indígenas. Lógica, a su criterio, porque sus programas políticos y económicos son los mismos.
Visto así, ese reto del correísmo es el mismo de la izquierda y de la derecha: conseguir votantes de tendencias no tan radicales, que esperan lo mejor de esos dos mundos.
Así, si los líderes de la derecha, Jaime Nebot y Guillermo Lasso siguen por caminos separados, cada uno va a tratar de mostrarse más abierto a postulados menos ortodoxos y atrapar esos votos. Lo mismo ocurre en el progresismo, que tratará de convencer al ciudadano que se considera de centro izquierda.
Es decir, en este año electoral (febrero 2020-febrero 2021), las estrategias de los partidos serán ver la conveniencia de ir en candidaturas de consenso y buscar los votos del centro. La segunda vuelta, si la hay, tiene otras variables, pero eso es otro cuento.