Más allá de los compromisos con el FMI
Al revisar los detalles de los compromisos asumidos por el Ecuador en la carta de intención suscrita con el Fondo Monetario Internacional se puede tener una visión de cómo se manejó la economía y por qué ahora, para las autoridades, era la única salida para atenuar los serios problemas en el manejo fiscal.
Ese convenio tiene seis ejes: restaurar la prudencia en la política fiscal, fortalecer la institucionalidad del Banco Central, reforzar el sistema financiero, apoyar la creación de empleo y competitividad, proteger a los segmentos vulnerables, y promover la transparencia y el buen gobierno.
En el 2003, Ecuador ya suscribió un acuerdo con el FMI, mediante el cual -en el fondo- el país se comprometía a superar esos desequilibrios fiscales. Es decir, a no repetir los mismos errores que llevan a tener esos problemas: gastar más de lo que ingresa.
En diez años se pasó por alto este principio básico del manejo económico. Y ahí están las consecuencias: se duplicó la deuda pública, se eliminaron los fondos de ahorro, se puso al límite a las reservas internacionales, se echó mano de los recursos de los afiliados a la Seguridad Social, entre otras medidas creativas de tinte revolucionario.
Los compromisos que asume ahora Ecuador con el FMI se evaluarán a lo largo de tres años y allí se conocerán los resultados de las medidas que deberá implementar este Gobierno. El ajuste del cinturón se viene.
Pero por fuera del acuerdo con el FMI, es hora de sentar las bases de una estructura sólida en el manejo económico. La política de Estado, más allá del actual Gobierno, debe apuntar en esa dirección. La inestabilidad económica agudiza la incertidumbre, desalienta la inversión, frena el crecimiento y, consecuentemente, deteriora el nivel de vida y la pobreza crece.
Además, los compromisos que se asumen con el Fondo no solo competen al Gobierno. La estabilidad económica es una prioridad nacional y eso también debe tener eco en los gobiernos locales. Ahora que se renuevan esas autoridades es hora de votar con racionalidad.