Uno de los argumentos que ponen sobre la mesa los representantes de diversos gremios productivos -para oponerse a la eliminación del subsidio al diésel industrial- se sustenta en que si se eleva el precio de ese combustible van a perder competitividad.
Si bien el Estado tiene la obligación de garantizar el desarrollo de las actividades económicas y productivas, con un marco normativo adecuado y estable, además de infraestructura, la aplicación de subsidios es una facultad que tienen un Régimen para atender a un sector, sin que por ello ese beneficio se constituya en un elemento determinante para lograr una sostenibilidad permanente; más aún de las empresas. Si una firma quiere ser competitiva, con base en los subsidios, está tomando un gran riesgo sobre todo si exporta, ya que esta práctica puede ser competencia desleal en la OMC.
En el Índice de Competitividad del Foro Económico Mundial se consideran 12 parámetros para evaluar a un país como competitivo: instituciones, infraestructura, estabilidad macroeconómica, salud y educación primaria, educación superior y entrenamiento, eficiencia en mercado de bienes, eficiencia en el mercado laboral, desarrollo del mercado financiero, preparación tecnológica, tamaño del mercado, sofisticación en los negocios e innovación.
En ese sentido, la innovación es uno de los aspectos fundamentales que han llevado a las empresas a ganar productividad y aumentar sus exportaciones. Claro, para ello han realizado inversiones, han consolidado alianzas estratégicas y ahora son más competitivas.
Precisamente el sector camaronero es uno de los que más ha invertido en el Ecuador. Eso se refleja en el crecimiento de los laboratorios de larvas; actualmente funcionan más de 300. Además, hay más especialización en mejoramiento genético y desarrollo de microalgas.
Por todo ello, pensar en que la revisión de un subsidio puede acabar con una industria, habrá que evaluarlo. Las grandes empresas se fortalecen en los momentos más complejos.