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Es una columna que analiza la situación y los desafíos de las empresas, las pymes y los emprendimientos en el contexto económico ecuatoriano e internacional. Otros artículos del autor: http://bit.ly/xBasantes Twitter: @XAVIERBAS

Xavier Basantes

Lic. en Comunicación, U. Central. Posgrado en periodismo en U. Andina y diplomado en gestión empresarial del Tec de Monterrey. Periodista económico. Del 2009 - 2016, Editor de LÍDERES. Exeditor de El Comercio TV; ahora Macroeditor de Proyectos Multimedia.

Los clústeres productivos y el paro de los arroceros

A finales de la década de los noventa, el entonces profesor de Harvard Business School, Michael Porter, publicaba su artículo ‘Clusters and the new economics of competition’ (Los clústeres y la nueva economía de competencia), y destacaba la ventaja competitiva que estos ofrecen dentro de los sectores productivos.

Desde su perspectiva, los clústeres son concentraciones geográficas de empresas e instituciones, conectadas entre sí. Incluyen proveedores de insumos específicos y de infraestructura especializada. Algunos involucran entidades gubernamentales, instituciones educativas y asociaciones. Pero el propósito es uno solo: mejorar la competitividad.

Desde la dolarización de la economía (año 2000) se ha debatido bastante sobre la necesidad de ser más competitivos, para atraer nuevas inversiones y generar más divisas, a partir de las exportaciones; sobre todo, de las relacionadas con la agroindustria. Eso no ha sido posible y lo demuestra la ubicación del país en el Índice de Competitividad Global del Foro Económico Mundial. Hasta el reporte del 2020, Ecuador se situaba en el puesto 90 entre 141 países.

De la mano de la competitividad vienen las políticas de largo plazo y allí es donde se pueden tener visiones más holísticas sobre el desempeño de un sector productivo. La reciente paralización del sector arrocero es una muestra de esa falta de visión de largo plazo. La queja por el precio del quintal del grano solo es la punta del iceberg. Se dejan de lado aspectos relacionados con la tecnificación, uso y cuidado del suelo, semillas certificadas, salinidad, temporalidad de siembra y cosecha, entre otros aspectos.

En una entrevista con Revista LÍDERES, la ministra de Agricultura, Tanlly Vera, planteó como una prioridad la capitalización del agro, su tecnificación, el combate a la intermediación, así como la certificación a la producción de calidad y hasta el control del contrabando.

Estos temas son parte de las mesas técnicas que impulsa el Gobierno en algunos ministerios, sobre todo en aquellos relacionados con la producción. Pero no solo está en manos del Ejecutivo; en el período legislativo anterior se trabajó en una ley de fomento agropecuario, que involucraba temas prioritarios, pero no pasó el tema al segundo debate.

Y se ‘entiende’: siempre los precios de sustentación de productos -como el arroz o el maíz- han sido los predilectos para dar paso a intereses políticos, bajo la presión del cierre de vías, y así obligar al gobierno de turno a ceder, y el reciente paro arrocero no fue la excepción.

Así como lo planteaba Michael Porter, los clústeres pueden ser ese camino para potenciar el desarrollo de los sectores productivos y en especial el agroalimentario. Eso es lo que se propone a través del artículo 12 del Decreto Nro. 68, del 9 de junio del 2021, que define a la competitividad como su prioridad.

Allí, el Ejecutivo quiere crear clústeres con su propia metodología, con el fin de elevar la productividad y su eficiencia, reducir costos de transacción, y algo importante, trazar la Estrategia Nacional de Competitividad, sobre la base de las agendas sectoriales productivas.