La celebración de la tercera Conferencia Mundial de Naciones Unidas sobre Vivienda y Desarrollo Urbano Sostenible Hábitat III, efectuada en Quito en 2016, aparentemente marcó un hito para el desarrollo urbano de la capital y del país. A partir de esa cita mundial, esta ciudad se planteó como un compromiso avanzar hacia el cumplimiento de los objetivos acordados en la Nueva Agenda Urbana.
Han transcurrido cinco años de aquel momento trascendental para Quito, pero poco o nada se ha hecho para apostar por esa nueva agenda, cuyas características se fundamentarían en ser una urbe equitativa, ambientalmente sostenible, productiva y gobernable. Y la gobernabilidad precisamente es algo que se ha ido mermando en este último lustro.
La ciudad ha transitado por un camino complejo, desde el caos que ha vivido el Cabildo por la situación de sus autoridades, hasta la afectación en su desempeño económico derivado de la pandemia.
Con una nueva cabeza en el Municipio se intenta reorganizar la planificación del Distrito, para dar paso a la solución de los principales problemas que afectan y que se concentran en la movilidad, la seguridad, la reactivación, la conectividad, entre otros derroteros urgentes.
Quito acaba de ser sede del IV Congreso Internacional Smart City Ecuador y en este encuentro se ha reivindicado la necesidad de que las urbes avancen hacia un nuevo plan de desarrollo, enfocado en el concepto de ‘ciudad inteligente’.
El Gobierno central, de acuerdo con los anuncios que hicieron las autoridades de Vivienda y Telecomunicaciones en este IV Congreso, trabaja en una política de hábitat y vivienda y en una agenda digital, que busca que hasta fin de año no haya comunidades desconectadas.
En la recta final de la administración de Lenín Moreno se avanzó en la elaboración de la Agenda Hábitat Sostenible del Ecuador 2036. Se trata de una herramienta para la construcción de los planes de desarrollo local, de ordenamiento territorial y de uso y gestión del suelo.
Ecuador ha vivido un proceso de urbanización acelerado. Mientras que en 1970 la población urbana representaba un 39,5% de la población nacional, para 2015 esta llegó a representar el 63,4% del total (de 16,2 millones de habitantes).
De vuelta a Quito y tras superar la crisis que vivió el Cabildo, las tareas para consolidar una smart city en la capital demandan una atención prioritaria. En la movilidad, por ejemplo, y más allá de poner a funcionar el sistema del Metro, hay cuatro tendencias globales que priorizan las grandes capitales y se enfocan en la autonomía, la electromovilidad, la conectividad y digitalización, y la movilidad compartida. Allí hay oportunidades para una buena planificación.
Otra de las grandes preocupaciones es la inseguridad. La tecnología es gran aliada para atenuar este problema y las empresas pueden contribuir a minimizar sus efectos. Y así la lista va en aumento al analizar conectividad, desarrollo urbanístico, Internet de las cosas.
Pero en el marco de la gobernabilidad y al mirar la extensión de Quito, ¿es el momento de pensar en otro modelo de Municipio y tener más de un alcalde?