De todas las frases que he escuchado en mis diferentes activaciones, la de “¡Vente conmigo!” es la que más me gusta. Me resulta inspiradora y bastante divertida, y por eso ahora se las comparto a ustedes.
La tengo grabada en la mente y la repito cuando estoy por tirar la toalla; cuando la mente busca –a toda costa- ignorar los deseos del corazón.
¿Cuáles? Cumplir con la hora de activación diaria para alejarnos del sedentarismo y evitar enfermedades, o con los 15 kilómetros planificados el día anterior.
Cuando buscamos reducir el consumo de alimentos ultraprocesados o incorporar más frutas, vegetales y carbohidratos saludables en nuestra dieta.
El dueño de la frase es el español Sergio Guillén, un instructor de ‘indoor cycling’ que me conquistó durante los primeros meses de la emergencia sanitaria provocada por el covid-19. En Ecuador empezó a mediados de marzo del 2020.
Me sedujo su profesionalismo y derroche de energía, pero también por el uso de frases como la que mencioné anteriormente. Y es que así –precisamente- es como deberían trabajar nuestros asesores o mentores locales. ¡Qué importante resulta la motivación!
Recuerdo la ocasión en la que me dirigí a un instructor –experto en pesas- para solicitarle ayuda. Buscaba una guía para activar mis bíceps utilizando una barra. Mirándome con un ojo mientras el otro estaba puesto sobre el ‘derrier’ de una modelo, me compartió una rutina de ejercicios, que fue bastante simple por cierto para tratarse de un experto en el tema. Todo lo hizo de memoria y sin el más mínimo interés. Plata botada, como dirían mis amigos.
Aunque cancelé una membresía anual y esa vez estrenaba gimnasio, jamás me le volví a acercar. Al poco tiempo se fue. ¡Qué alegría!
Luego llegó Gabriel; un instructor venezolano que me entrenó de forma personalizada por puro amor al deporte. Mi mejor versión la conseguí con su guía. Jamás me pidió nada a cambio, solo aprovechar al máximo su asesoría.
Allí aprendí a reconocer a los instructores que valen la pena, y por eso me dio tanto gusto descubrir a Sergio Guillén en ese mar de propuestas que abundan en las diferentes plataformas digitales.
Al inicio –como hasta agosto o septiembre del 2020- este mentor español compartió sus conocimientos de forma gratuita. A sus clases se unieron personas de diferentes partes del mundo, argentinos, españoles, mexicanos, uruguayo, colombianos y, por supuesto, esta ecuatoriana enviamos mensajes de agradecimiento.
Su proyecto tuvo gran acogida que al final decidió cobrar por sus servicios, tras abrirse un gimnasio virtual. Me parece justo. Las mensualidades van desde los USD 13.
El acompañamiento del instructor es vital para lograr resultados. Su labor es observar cada uno de los movimientos para evitar lesiones. Foto: Pexels
Esa oportunidad de trascender también la tienen los entrenadores nacionales, pero como a muchos ecuatorianos, les falta actitud y decisión. También constancia y ese amor infinito por lo que hacen. Una buena guía puede ayudarnos a dejar el sedentarismo o a descubrir las virtudes de uno u otro sistema de entrenamiento. Pero muchos de ellos hacen lo contrario.
Sepan ustedes, señores instructores, que nos desaniman cuando, en lugar de prestarle atención a nuestras posturas, dirigen su mirada al celular. También cuando pedimos ayuda y posan la mirada en otro lado. Otra cosa que nos disgusta es la falta de compromiso. Si los contratamos es porque queremos que estén pendientes de nuestro progreso.
Después, no nos juzguen por destacar y apostar por la labor de un foráneo.
¿Alguna experiencia parecida a la mía?
Los leo en pgavilanes@elcomercio.com