Omitiré el año y los nombres. Yo también fue víctima de violencia; esta vez les contaré de la doméstica. Un día llegué a casa después de celebrar el cumpleaños de una amiga. Me puse pijama y de pronto… lo tenía -con sus manos en mi cuello- tratando de cortar mi respiración.
Intenté defenderme… grité. Al inicio -supongo que por la adrenalina- estaba fuerte. Luego, solo dejé de luchar. Y es que es cierto, físicamente los hombres son más fuerte que nosotras. Uno de esos megagritos despertó a mi ‘ángel‘.
No sé si al final habría terminado de apretar sus manos… Lo que sí sé es que antes de eso hubo muchísima violencia, y es que violencia no solo son los golpes. Te violentan cuando te gritan. Cuando te hacen bromas hirientes. También cuando te dicen cómo vestir. La lista es infinita y lastimosamente muchas de esas cosas están normalizadas.
No es normal que te celen. No es normal que te revisen el celular. No… nada de eso es normal. Tampoco es normal que nos quedamos calladas. Luego de ese ataque continué. Lo hice con mucho miedo. ¿Por qué? No me juzguen. Pero al poco tiempo entendí que con miedo no podía vivir. Finalmente llegó el día en que dije ¡Basta!
Abro esta caja negra para invitarlas a abrir la suya. Este año ha sido terrible para las mujeres de mi país (Ecuador) y no podemos seguir fingiendo que no pasa nada. Ahora mismo hay una mujer desaparecida y su esposo es el principal sospechoso; hay una niña que seguramente está llorando en casa -escondida detrás de algún sillón o debajo de una cama- mientras su padre maltrata a su madre. Hay un video sobre eso que me partió el alma. Escribo este blog con las mejillas coloradas porque -sé que es ridículo- siento vergüenza.
Las veces que me han preguntado: “¿te han levantado la mano?” yo -muy convencida- he dicho NO.
Pero ¿sabes algo? No tienes por qué sentir pena ni vergüenza. Tú no tienes la culpa de absolutamente nada. No hay acción que justifique la violencia. Si necesitas hablar aquí estamos. Hay miles de mujeres que -desde sus trincheras- luchan por nuestros derechos; refúgiate en ellas. Busca apoyo en tu familia. Es vital terminar con el círculo de violencia que, por cierto, no diferencia estrato social.
Recuerda que hay vida lejos de ese nido de maltrato. Y chicos, ayúdennos a construir un mundo más justo para nosotras las mujeres. Hagamos la diferencia. Puede sonar una utopía, pero al menos intentemos: la violencia se genera en grupos de amigos, dentro de la familia, en el trabajo…
También los invito a denunciar. Ahora nos ha dado por grabar y compartir los videos. Entiendo que es riesgoso, pero en el caso de ese hombre que golpea a esa pequeñita no debimos quedarnos con el dedo pegado al celular.
Si quieren escribir les dejo mi correo: pgavilanes@elcomercio.com