Respirando Bienestar

Un espacio para hablar del bienestar que genera la práctica del ejercicio y la alimentación saludable en nuestro día a día. Aquí no hay espacio para solo el atún y la lechuga.

Paola Gavilanes. Blog Respirando Bienestar

Paola Gavilanes

Licenciada en Comunicación Social por la U. Central del Ecuador. Colabora con Grupo EL COMERCIO desde el 2007. Trabajó en la sección Deportes, Tendencias y Construir. Ahora escribe sobre BIENESTAR. Deportista aficionada y amante de la comida hecha en casa.

¿Sexo en Grecia?

Esta es la iglesia Panaghia Kapnikarea. En ese lugar me encontró Cris. Foto: Paola Gavilanes

No. Gracias. Justo esa fue la respuesta que consiguió un griego tras decirme que le resultaba encantadora y que quería tener sexo conmigo. "¿Por qué si somos dos adultos? Es biológicamente normal".

¿Imaginan mi cara? En otro blog les conté que tengo a mi Jack para justamente evitar esos encuentros casuales. Antes de que me pregunten: Jack se quedó en casa. 

Le expliqué -en inglés- que era un total desconocido. El griego se esmeró por brindarme confianza; me dio un abrazo y me enseñó su credencial del trabajo: es policía. "Estás segura conmigo. No temas".

Pero ni así (jaja). Mientras me hablaba, yo imaginaba los peores escenarios. Y es que en Ecuador sucede cada cosa. ¡Qué miedo! Me invitó a su casa, aunque estaba dispuesto a colarse en mi hotel, y dijo que pediría comida vegana. ¡Gran detalle! Pero... no. Gracias. 

El griego del que les hablo se llama Cris y ahora es mi 'amigo'. Resultó ser un hombre bastante agradable. Este domingo me presentó a su madre a través de una fotografía. Conversamos casi todos los días. Me 'encontró' en una plaza de las tantas que hay en Atenas. Llegué a esa mágica ciudad luego de correr mi maratón en Madrid. Toda mi vida soñé con pisar ese suelo y finalmente lo hice. Espero pronto contarles los detalles de esa linda experiencia. 

Regresando al personaje principal de esta historia: Cris apareció mientras yo alimentaba a una palomita con pedacitos de una galleta; eso, mientras escuchaba a un grupo de música latinoamericana que puso a bailar a un par de personas.

Me preguntó si podía sentarse junto a mí. Era mi último día en Atenas y ya estaba un poco cansada del inglés, así que le pregunté si hablaba español. Dijo que no. ¡Qué remedio!

Se sentó a mi lado y nos presentamos. Luego caminamos y compartimos un vino: él, blanco, y yo, tinto. Después de una hora de risas llegó la propuesta. Luego de mi respuesta caminamos un rato y en un par de minutos más estábamos en la puerta de mi hotel. Me sonrió, abrazó y se marchó.

Antes, escribió su número en mi celular y se timbró (jaja). Así es como sigo practicando mi inglés y aprendiendo una que otra palabrita en griego. Cuando llegué a mi habitación les escribí a mis amigas y les conté la experiencia paranormal. Les dije: 'Mi mente de cuarto mundo...' Una de ellas afirmó: "Tu ángel de la guarda".

Luego de reírnos un rato llegamos a la conclusión de que es bueno prestarle atención al instinto. Ahora estoy en casa feliz, narrándoles mi aventura en la tierra de los Dioses.

Los leo en pgavilanes@elcomercio.com


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