Hay amistades que duran toda la vida y otras, lo que las autoridades tardan en controlar una pandemia. Las amistades también caducan y aunque nos entristezca es necesario entenderlo y aceptarlo para continuar con nuestra vida sin caras largas, y para dar paso a nuevas amistades.
¿Por qué llegan a su límite? Por falta de entrega, por exceso de negatividad, por abandono y mucho más. Funciona como una relación de pareja.
Lo lindo de ‘conectar’ con más personas es que se abre esa mágica posibilidad de explorar mundos distintos: gustos, costumbres, tradiciones, obsesiones (risas). Todo eso nos enriquece como seres humanos; hombres y mujeres siempre tenemos algo que aportar. Obviamente dependerá de nuestro círculo social.
Si ‘conectan’ conmigo podría contagiarles el bichito de la activación física y el gustito por el vino; amo ese ‘suplemento‘ en todas sus presentaciones. Si ‘conectan’ con la Dianita -mi gran amiga- con seguridad intentarán tomarse la vida con más calma; mirarán el vaso de agua medio lleno en lugar de medio vacío. Yo aprendo de ella todos los días; ya es más de una década escuchando esa risa tan particular.
Si ‘conectan’ con la Miry aprenderán a tener lista una maleta para salir de viaje de un momento a otro. Así es ella; ama la naturaleza y descubrir nuevos lugares. El Pablito, en cambio, les enseñará a mirarse al espejo y automotivarse. ¡Qué lindos e interesantes somos los seres humanos!
Quería escribir este blog desde algún tiempo. Me alegra haber esperado un poco, para estar, así como digo al inicio, libre de caras largas. Hace más de seis meses no sé nada de mi Ying -yo era su Yang-; lo único que supe es que se volvió a enamorar y, que por cómo reacciona a ciertos comentarios, que su nivel de tolerancia es casi nulo.
Hasta que las maripositas hagan nido en su estómago hablábamos a diario: trabajo, hijos, fiestas… Nos gastábamos bromas y en pandemia hasta llegamos a ejercitarnos virtualmente.
Nos conocimos hace 15 años, y nunca -hasta ahora- nos habíamos separado. Era mi pareja oficial de baile, mi paño de lágrimas y el que me sacaba sonrisas con sus ocurrencias. Yo también lo consolé y le robé varias carcajadas. Quizá por eso es que lo extraño tantísimo, y por eso quería quejarme amargamente por está vía; suele leerme. Y es que poca gente tiene un par de buenas bromas en la punta de la lengua para animarnos el día.
Luego de pensarlo con calma y sollozar -por la nostalgia– entendí que tiene todo el derecho del mundo de ponerle fin -o una pausa- a nuestra amistad. Porque -así como tenemos mucho que entregar- también hay tiempo de sequía. Quizá ya exploró todo mi mundo, ya no hay nada novedoso.
Yo tengo que ser sincera: su nueva versión; esa de cero tolerancia y de refunfuñar por todo no rima con mi estilo de vida. Una cosa es escuchar problemas o tristezas, y otra, absorber quejas hasta porque la lluvia nos moja los zapatos.
Ahora él está conociendo un nuevo universo y lo más lindo, está siendo feliz. Siempre me alegraré por tus triunfos querido amigo. Quiero que siempre te vaya bien.
Pero por lo que sí levantaré mi voz de protesta en este blog es por la forma de ‘borrarse’ de mi vida. Tenemos un chat de amigos y ahí algún día le escribí que lo extrañaba. Él respondió con un emoticón.
Esta semana la Dianita me dijo: “Te quiero mucho”. Yo también le expresé mi cariño, y le pedí hablar cuando necesite espacio, que no se vaya en silencio porque eso duele. Yo le prometí estar a su lado hasta que se corone Reina de la Tercera edad (risas).
¿Les ha pasado algo similar? Los leo en pgavilanes@elcomercio.com