El pobre –parece decir la obra del coreano Bong Joon-ho– se camufla con diversos uniformes para poder habitar los espacios amplios y minimalistas del rico: en traje de chofer, de empleada doméstica o de profesor de los niños. Pero lo que no puede esconder –nos lo restriega en la cara– es su olor. El de la gente que viaja en metro, dice uno. El olor de los que vivimos en subterráneos que se inundan con la lluvia, dice otro. Y a este elemento olfativo se agrega el mental: aquella línea invisible pero infranqueable que no se debe cruzar a pesar de que ambos –el pobre y el rico– puedan comer en la misma mesa, confiarse unos cuantos secretos e incluso dejar fluir mutuamente sus afectos. Este es el ambiente de Parasite, la última palma de oro en Cannes. Uno podría pensar que se trata de un amargo ensayo marxista. Todo lo contrario. El director coreano mezcla con habilidad el sangriento terror social con comedia, humor negro y drama. Con esta historia en la que una familia de desempleados –papá, mamá, hijo, hija– consigue entrar a trabajar, mediante engaños, en una casa adinerada, Bong Joon-ho acompaña, superándolas, a las últimas obras de Jordan Peele (Get out de 2017, Us de 2019). Quien diría que el cine social más efectivo de estos tiempos son obras de géneros híbridos desplazando al realismo de Ken Loach o de los Dardenne. Nunca aceptaré que dije eso.
Video: YouTube / Canal: Trailers y Estrenos
La cita
Bong Joon-ho: Todos estamos interesados en la clase social. En todo lado nos preguntamos: ¿cuánto dinero tendrá? Vivimos en la era del capitalismo.