La inflación anual en septiembre pasado volvió a números positivos tras 12 meses. Y la principal explicación fue el aumento del precio de la gasolina súper, aunque la telefonía residencial y varios alimentos también se encarecieron.
La inflación se mide en nueve ciudades del país, pero las que impulsaron los precios fueron Santo Domingo de los Tsáchilas, Quito y Esmeraldas. Por grupos, los que más aportaron fueron el transporte, las comunicaciones y los alimentos, en ese orden.
Dentro del transporte, el producto con mayor incidencia fue la gasolina de alto octanaje, cuyo precio aumentó 26% en septiembre respecto al mes previo.
La eliminación parcial del subsidio a la gasolina súper, decretado por el Gobierno, se reflejó en la inflación de septiembre, pero no volverá a incidir en los meses siguientes.
Por su parte, el servicio de telefonía residencial se encareció en septiembre, al igual alimentos como el riñón, el pescado fresco fileteado, el arroz, el limón y el aguacate.
Pero lo anterior no significa que los precios seguirán creciendo en los meses siguientes. Tampoco quiere decir que los descuentos y las ofertas, que se convirtieron en parte del paisaje de las ciudades durante el último año, vayan a desaparecer.
No hay razón para que aquello ocurra, por dos factores: la menor liquidez en el mercado y la reducción de la inversión pública.
El Gobierno ofreció reducir el déficit fiscal y eso implica bajar el gasto público, que era el motor el crecimiento en los últimos años.
Lo anterior significa menos liquidez en el mercado y una desaceleración del crecimiento, como ocurre desde el año pasado.
Las empresas tendrán que seguir ajustando sus precios a la nueva realidad de la economía, lo que se reflejará otra vez en una inflación negativa. El lado positivo de esto es el aumento del poder adquisitivo de los salarios.
El ingreso familiar de un hogar promedio del país fue USD 720,5 el mes pasado. Ese monto alcanza para adquirir la canasta básica, e incluso sobra casi USD 8.