El Gobierno está decidido a focalizar el subsidio a los combustibles, pero irá despacio. Por ahora no tocará las subvenciones al gas y al diésel, que representan el 67% de los subsidios a los combustibles importados.
Con el discurso de afectar a la gente adinerada, la primera opción es eliminar el subsidio a la gasolina súper, aunque el impacto fiscal será bajo porque el mayor peso está en el diésel, gas y las gasolinas extra y ecopaís. La súper tiene el menor monto de subsidio por galón y también es la de menor consumo en el grupo de las gasolinas.
Si la decisión incluye la reducción o eliminación del subsidio a las gasolinas extra y ecopaís, el ahorro fiscal será mayor, aunque dependerá de cómo se arme la propuesta.
Las autoridades pueden recortar la subvención de un solo golpe o hacerlo progresivamente, como ocurre con la súper, cuyo precio sube dos centavos de dólar cada mes desde finales del 2015.
El argumento para focalizar el subsidio a los combustibles es corregir una serie de distorsiones, es decir, que el subsidio no vaya a personas que tienen la capacidad de pagar lo que cuesta realmente el combustible.
Bajo el mismo argumento, los consumidores pueden demandar al Gobierno mejor calidad de las gasolinas y precios reales de los autos que se venden en el país.
Hasta este año rige una norma que le permite a Petroecuador comercializar las gasolinas súper y extra con hasta dos octanos menos de lo que establece la norma INEN. Si no hay subsidio a la gasolina, la calidad debe mejorar.
Por otro lado, dependiendo del modelo del vehículo, entre el 39 y 49% del precio de venta se va en impuestos, básicamente por aranceles. El Gobierno ya dio un paso decisivo para eliminar paulatinamente los aranceles de los autos europeos (entre 5 y 10 años). Los nuevos tratados comerciales que firme el país con México, Corea del Sur, EE.UU., Japón, etc. tendrán el mismo tratamiento, es decir, los autos de esos países tampoco pagarán aranceles, que por ahora oscilan entre el 35 y 40%.