¿Perder ante Brasil estaba en los planes? Claro que sí. El técnico Gustavo Alfaro había dejado un mensaje entre líneas.
Juan Cuvi, integrante de la Comisión Nacional Anticorrupción, articulista y miembro de Montecristi Vive, fue impedido de ingresar a territorio peruano. Este miércoles 11 de diciembre del 2019, el ciudadano retornó a Ecuador. A continuación su relato de lo que ocurrió en Lima:
Cuando yo era niño en Manta, durante la Guerra Fría, los gringos eran los buenos y los rusos los malos, salvo en la sastrería del maestro Ramos que era comunista y me prestaba novelitas prosoviéticas. Ya en la Universidad Central, el imperialismo yanky y su mano, la CIA, se convirtieron en la fuente de todos los males, mientras los cubanos eran esos jóvenes pobres e idealistas que desafiaban al ogro en sus narices. Miradas las cosas a la distancia, Cuba estuvo casi siempre monitoreada y financiada por el Kremlin, desde la Crisis de los Misiles, pasando por Angola, hasta la Venezuela actual donde han instalado el peor escenario de la Guerra Fría. No en vano Maduro, su voluminosa marioneta, amenaza con el viejo sueño del Che: desatar otro Vietnam en Sudamérica para acabar con el imperio y los gobiernos ‘derechistas’, que son casi todos.
El correísmo enfrenta su contradicción más dramática. Como todo proyecto populista, solo puede sobrevivir devorándose a sí mismo. Mordiéndose la cola, como la mítica serpiente (el uróboros) que representa el esfuerzo inútil, el comenzar de nuevo, el fin de un ciclo.
La herencia más nefasta que nos dejan diez años de populismo es el vacío institucional. Vaciar las instituciones implica volverlas moldeables, volubles, gelatinosas. En síntesis, desconfiables. En el caso de aquellas que son imprescindibles para la convivencia social, como el organismo electoral, los efectos de esta insubstancialidad son devastadores para la sociedad.
Hay desesperación en las filas del oficialismo. Se huele. Seguramente la cúpula correísta dispone de cifras reales sobre las tendencias electorales. Cuenta con los recursos indispensables para hacer mediciones diarias. Sus perspectivas frente a las próximas elecciones deben oscilar entre la adversidad y la debacle. Se siente.
Dos actos marcan la agenda de la corrupción en el país. El primero es la afirmación del embajador de los Estados Unidos de que la justicia de ese país tiene pruebas de los sobornos a funcionarios públicos ecuatorianos en el escándalo de Odebrecht. No se refiere a declaraciones de algún detenido, rumores, indicios ni listas oficiosas, como la que se hizo pública la semana pasada. De lo que se entiende, se refiere a evidencias dentro de un proceso judicial.
El caso de Charly Pareja desnuda la obscenidad del poder. Nada ha cambiado en este país; y nada cambiará mientras se reproduzcan los mismos patrones de ejercicio de la política. La administración pública sigue siendo un botín para enriquecerse, para dispensar favores, para hacer negocios y negociados.
La lucha contra el Tratado de Libre Comercio (TLC) con los Estados Unidos fue una de las principales banderas de los movimientos sociales y organizaciones de izquierda en la década pasada. Las fuertes movilizaciones campesinas, indígenas y populares impidieron que los gobiernos de Lucio Gutiérrez y Alfredo Palacio cedieran a la tentación de firmarlo.
La derecha fundamentalista es propensa al simplismo político. Por ejemplo, suponer que el terrorismo internacional es un producto del islam, o que la delincuencia en Estados Unidos tiene una carga genética latina. A partir de este pedestre maniqueísmo se pretende explicar la complejidad de la vida moderna.
Hasta el pasado lunes, la candidatura de Jorge Glas se había caído. Al menos si nos atenemos a la información que circuló profusamente en redes sociales, mucha de la cual se filtró desde el interior del propio Gobierno. El escándalo en Petroecuador, así como los anuncios del diario La Estrella de Panamá de publicar un comprometedor informe, configuraban un escenario totalmente adverso –y en apariencia irreversible– para la estrategia electoral oficialista.
Las encuestas son al análisis político lo que la industria es a la artesanía: hay productos que la más sofisticada maquinaria no puede superar. Por ejemplo, un sombrero de paja toquilla. Algo parecido sucede con la excesiva incertidumbre política: la técnica no puede reemplazar al razonamiento.
Para el Gobierno ecuatoriano, el asilo de Julián Assange será como tener un cangrejo en la bragueta. Me lo dijo un alto funcionario del régimen a las pocas semanas de ocurrido el incidente. Nos habíamos quedado varados durante horas en el aeropuerto de Quito, y decidimos hablar de todo un poco para alivianar la espera. La obvia cautela que envolvió a la conversación no impidió que abordáramos ciertos temas delicados.
¿Qué pesará más en Alianza País de cara a las próximas elecciones: la fatuidad o la codicia? Porque, en el actual escenario, es incompatible la exaltación del caudillo con una estrategia electoral efectiva. Es imposible que Lenín Moreno consolide sus posibilidades electorales sin cuestionar los errores y las deficiencias de Correa. Más aún cuando la crisis económica comienza a socavar los pies de barro del ídolo oficialista.
El correísmo oscila entre la candidez y la sevicia. Candidez de una campaña por la reelección presidencial que terminó en opereta, y de unas convenciones verde-flex donde supuestamente se definirá el binomio para las próximas elecciones.
Algunos operadores políticos de Alianza País andan tendiendo puentes con las organizaciones políticas y los movimientos sociales de izquierda que han conservado su autonomía frente al régimen. El pretexto: la eventual designación de Lenin Moreno como candidato a la Presidencia de la República significaría una derrota de Correa al interior del oficialismo. Y, de paso, de la argolla derechosa que –lo afirman sotto voce– ha torcido el rumbo de la propuesta original.
La autonomía política es un concepto milenario. Lo plantearon los griegos como condición imprescindible para la democracia. Sintetiza la necesidad y la posibilidad de que la sociedad se dote de sus propias normas de convivencia, de sus leyes. Para ello, la sociedad define la forma de Estado que más le conviene.
Es imposible analizar el llamado del Presidente de la Republica a un pacto ético al margen de la desesperación en que ha caído el oficialismo. Ya lleva varios meses en que todos los tiros le salen por la culata.
El correísmo está haciendo doctrina de la demagogia. Quiere resolver cualquier metida de pata o cualquier escándalo a punta de locuacidad. Pretende torcer la realidad con declaraciones.
Hay terrenos donde el Gobierno ecuatoriano patina. Por ejemplo, cuando tiene que responder en foros internacionales, impermeables a la publicidad engañosa. Como en la sede de la ONU a propósito del Sexto Examen Periódico del Ecuador en materia de derechos humanos. Allí no cuentan campañas intensivas de propaganda, ni argumentos forjados.