Nada nuevo bajo el sol. Con esa frase puede resumirse la experiencia de los denominados gobiernos progresistas de América Latina. Hacer política sumergiéndose en el mismo viejo sistema tiene un costo astronómico. Lo está pagando uno de los proyectos más emblemáticos de la izquierda latinoamericana.
El Gobierno nacional inició la reconstrucción en clave electorera. El denominado Comité de la Reconstrucción y Reactivación Productiva y del Empleo parece un comando de campaña del candidato Jorge Glas. No se necesita ser muy versados en política para descifrar el propósito.
El terremoto de Manabí acaba de evidenciar, por enésima vez, uno de los más graves problemas estructurales del país: la concentración política y geográfica del poder.
Entrevista Juan Cuvi, integrante de Montecristi Vive.
Parafraseando a Marx, podría decirse que un fantasma recorre América Latina: la lucha contra la corrupción. No ahora, sino desde hace bastante tiempo. Sobre todo, desde que las sociedades accedieron a mayores condiciones de transparencia. Cada día resulta más difícil ocultar los actos ilícitos ejecutados desde el poder político.
Los contenidos primarios del libreto presidencial empiezan a perder efecto. Ya ni los subalternos y adláteres secundan algunas declaraciones del Primer Mandatario. Por indigeribles. Es lo que ocurre con la última arremetida en contra de la Sociedad de Lucha contra el Cáncer (SOLCA).
En política, forzar similitudes puede conducir a graves equivocaciones. Es lo que ha ocurrido con la comparación entre Venezuela y Ecuador. Durante varios años, desde distintos sectores se ha promovido un discurso reiterativo sobre la supuesta analogía entre ambos países. Pero la realidad desdice estas aseveraciones.
Guachalá fue una de las principales haciendas de este país desde los tiempos de la Colonia, todo un símbolo de la aristocracia serrana cuyo poder se asentaba en la posesión de la tierra y de los indios. Durante algunos años del siglo XIX fue administrada por don Gabriel García Moreno y al avanzar el nuevo siglo ya estaba en manos de los Bonifaz, apellido de origen italiano que trajera al Ecuador un diplomático peruano. Precisamente, en 1932, la supuesta nacionalidad peruana de Neptalí Bonifaz Ascázubi será el pretexto para que los liberales lo descalifiquen tras haber ganado las elecciones presidenciales, desatando la Guerra de los Cuatro Días que bañara en sangre las calles de Quito.
La inteligencia es la capacidad humana para elaborar ideas a partir de cierta información. No implica solamente el ejercicio de las facultades cerebrales. Según los entendidos, hasta los animales deben pensar para realizar determinados actos. El perro que reconoce a su dueño, pero muerde al vecino, también piensa: establece una diferencia entre dos situaciones.
Hay un completo desbarajuste en la política oficial. Para quienes suelen ver en toda decisión del Gobierno un acto calculado, lo que ha sucedido en los últimos tiempos debe parecerles un rompecabezas. En lugar de estrategia estamos presenciando un auténtico descontrol. Mejor dicho, un fraccionamiento de la realidad.
Quienes pensaron encontrar explicaciones y respuestas económicas en el debate de la semana pasada se equivocaron de cabo a rabo. Más allá del nombre y la pompa que acompañaron a la promoción del evento, su verdadera finalidad fue estrictamente política: preparar el camino para la eventual aprobación de las mal llamadas enmiendas constitucionales en diciembre.
Columnista invitado De laretórica al cinismo. Con esta frase se puede describir la organización de un nuevo encuentro latinoamericano progresista anunciada por el Gobierno.
Columnista invitado No siempre la exacerbación de los conflictos sociales provoca efectos peligrosos. A veces tiene virtudes. Por ejemplo, desnudar a una sociedad, sacar a la luz los instintos más primarios de algunos actores políticos. Algo de eso ha ocurrido a propósito de la última marcha indígena y del paro nacional.
Bastante le debe la sociedad ecuatoriana al movimiento indígena. Sobre todo porque nos enseñó a ver la política desde otros parámetros. De una política centrada en los partidos, los gremios, las corporaciones y los grupos de poder, los indígenas nos obligaron a relacionarnos con ese concepto difuso y polisémico, pero al mismo tiempo desafiante y creativo, de movimiento social.
El Gobierno no acaba de aterrizar. Continúa encaramado en la nube celestial que nos dejó el papa Francisco. Cuando el Presidente declara que lo peor de las protestas ya pasó, mientras tiene por delante un mes de movilizaciones, marchas campesinas, un paro nacional y eventualmente un levantamiento indígena, exhibe una total pérdida del sentido de la realidad. Ya no se trata del clásico ardid político para minimizar la ofensiva de la oposición o para desviar la atención de la gente. Es pura ilusión.
Columnista invitado La asambleísta Gina Godoy acaba de dar en el clavo. Con sus últimas declaraciones ha establecido, con insuperable transparencia, cuál es la visión de la sociedad que tiene el oficialismo: todo aquel que cuestione, critique o se movilice en contra del Gobierno está trastornado por el odio, enajenado por el alcohol, alterado por sustancias misteriosas (ante la falta de especificación podríamos suponer que estas sustancias incluyen desde una gaseosa hasta hongos alucinógenos). En pocas palabras, incapacitado para razonar.
Elcorreísmo terminó atrapado en sus propias telarañas. La tramposa estrategia electoral para lograr una mayoría absoluta en la Asamblea Nacional hoy le pasa una costosa factura.
Columnista invitado La guerra de las cifras en la cual se halla empeñado el Gobierno, a propósito de la marcha del 1 de Mayo, degrada la política. La vulgariza. La convierte en un ejercicio de geometría, como los que preguntan cuántas personas caben en un metro cuadrado de plaza, o cuántos marchantes caben en una cuadra del centro de Quito. Deja de lado lo importante y pretende forzar al país a centrarse en lo accesorio. Mal harían las organizaciones sociales y sindicales en chantarse el guante de una discusión inútil.
Es complicado explicar la olímpica reculada de Lenín Moreno luego de sus sorpresivas declaraciones a propósito del humor, la reelección indefinida y el respeto a la oposición. ¿Mal cálculo político, ingenua honestidad o –como me comentó un asambleísta de Alianza País– simple “chispoteada”?
Breves comentarios al artículo “Discípulos de Febres Cordero”. Es sorprendente que quien se colocó “al margen de la Ley para combatir al gobierno de Febres Cordero”, como reconoció, con singular cinismo, el año 2010 a la desaparecida Revista Vanguardia, el ex guerrillero de AVC Sr. Juan Cuvi, tenga hoy la audacia de comparar al gobierno de León Febres Cordero (LFC) con el actual régimen, tildando al correísmo como “sus mejores discípulos” acerca de la presunta manipulación de la justicia que la leyenda negra forjada por sus enemigos políticos, injustamente nos atribuye.