Editor deportivo
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La LigaPro tiene cosas que corregir urgentemente, de lo contrario parecerá un campeonato de fútbol similar a los anteriores.
La organización de la primera fecha fue un caos: faltó información básica; solo la administraron los clubes y se evitó que sea difundida.
¿Por qué? Es como si dirigentes de LigaPro y clubes hubiesen hecho un pacto de confidencialidad para que nadie se entere de las restricciones económicas -por la nueva regulación- y evitar así cuestionamientos a sus gestiones.
Horas antes de los partidos recién se conoció que no habían sido habilitados algunos futbolistas por diferentes motivos, lo que generó confusión.
Es indispensable transparentar procesos, anunciar sin reparos que hubo futbolistas que no recibieron sus carnés de cancha porque sus clubes no justificaron cómo iban a financiar sus salarios. Es necesario impulsar una imagen diáfana, que proyecte el camino adecuado que requiere el fútbol del país. Ocultar información origina desconfianza: esa no es la senda.
La Liga tampoco puede imponer a los medios de comunicación (plataformas digitales, radiales e impresas) cómo operar. Sugerir cómo debe llamarse un campeonato por sus convenios comerciales, lo que debe informarse o fotografiarse en los estadios, es inadmisible, una exageración y hasta cierto punto, una censura. No solo hay que parecer, hay que ser. La LigaPro ha empezado mal.