En medio de una situación compleja se insiste en el diálogo como un mecanismo de acercamiento y negociación. ¿Quién debería dar el primer paso, cuando de por medio existen posiciones radicales?
De un lado y otro del Atlántico, en Washington y en Londres, se dieron hace unos días importantes reacciones a los desafíos demagógicos a las cuales están sometidas las instituciones por el presidente Donald Trump y el Primer Ministro Boris Johnson. Ante nuevas evidencias de irrespeto por la constitución y las leyes, la Presidente de la Cámara de Representantes anunció una investigación formal que pudiera conducir al juicio político de Trump y a su eventual destitución por el Senado. Y ante una acción presentada por varios miembros de la Cámara de los Comunes, la Corte Suprema del Reino Unido decidió, por voto unánime de sus 11 conjueces, que la suspensión de actividades del Parlamento solicitada por Johnson a la Reina Isabel había sido ilegal.
Un conocido mío se enteró hace unos días de un importante nuevo desarrollo en el campo en el que es experto. A base de su larga experiencia, no de un análisis de las evidencias relevantes, y contra el criterio general de la ciencia contemporánea, rechazó la validez del nuevo desarrollo con un olímpico “No me suena”. Este es un ejemplo clásico de la llamada “prisión paradigmática”, la inhabilidad de muchos para ver y comprender aquello que no está ya incluido en el marco de sus creencias y experiencias.
Durante más de 160 años, el Ecuador mantuvo un diferendo territorial altamente escalado con el Perú que en más de una ocasión condujo a guerra abierta. Muchos aún podemos recordar las generalizadas actitudes de satanización y desprecio mutuo entre ecuatorianos y peruanos. Conozco familias ecuatorianas que rompieron relaciones con algún miembro que se casó con mujer peruana, y el caso de un padre ecuatoriano que no asistió a la boda de su hijo por el mismo motivo. El caso más notable que conozco es el de una señora que de niña tuvo que huir de Machala cuando la invasión peruana de 1941, y pasados los años tuvo nietos peruanos, uno de los cuales, al enterarse del conflicto a los 7 años, le preguntó, “Abuelita, ¿Usted me odia porque soy peruano?”
La Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos y ex presidente de Chile Michelle Bachelet visitó Venezuela hace poco por invitación del gobierno de Nicolás Maduro, no habiendo aceptado reiteradas invitaciones de la oposición y de familiares y abogados de presos políticos. Ese hecho llevó a muchos, me incluyo, a dudar de la objetividad con la que la Alta Comisionada vería la situación de los derechos humanos en ese atribulado país.
Los politólogos de la Universidad de Harvard Steven Levitsky y Daniel Ziblatt publicaron en 2018 un importante libro titulado “Cómo mueren las democracias” cuya Introducción comienza con dos oraciones: “¿Está en peligro nuestra democracia? Es una pregunta que nunca pensamos que nos haríamos”.
Un proyecto con el cual estoy colaborando iba muy mal: había atrasos, errores, malos entendidos, olvidos, excusas y mentiras, convirtiendo en decepcionante pesadilla lo que podía haber sido una agradable actividad que culminaría en satisfacciones para quienes estábamos involucrados. Llegado ya el punto de la crisis, una de las personas que más había contribuido a las dificultades, a quien estaba expresando mi profunda preocupación por varias acciones que tenía que haber ejecutado pero seguían pendientes, me dijo muy suelta de huesos, “No se preocupe”. Viví al instante la experiencia que, en su gran libro “La inteligencia emocional”, Daniel Goleman describe como un “secuestro por la amígdala” (la parte más primitiva del cerebro): un ataque de intensa indignación que hasta el momento del “No se preocupe” había logrado controlar.
El Arzobispo Emérito de Lima, Cardenal Juan Luis Cipriani, calificó de “malvada persecución” el proceso que derivó en la orden de detención del ex presidente del Perú Alan García, ante la cual él decidió quitarse la vida.
Estuve unos días en La Paz, Bolivia, y conocí algo que me llevó a la reflexión. En algunas esquinas del centro de la ciudad, donde están pintados pasos cebra, dirigen el tránsito funcionarios municipales disfrazados de pies a cabeza de cebras. Es un imaginativo intento por captivar la atención de la gente y estimular aprendizaje, entre peatones y conductores, de la importancia de los pasos cebra y del respeto al peatón. En determinado momento, el intento fue aún más audaz: además de los disfrazados de cebras, había otros personajes disfrazados de burros, que cuando un vehículo invadía la zona cebra se lanzaban sobre el capó y gritaban lamentos e imprecaciones que tildaban de burro al transgresor.
Me temo que nosotros, y muchos otros, solo jugamos a la democracia. Cumplimos con sus rituales, revisando los padrones electorales, enfrascándonos en acaloradas discusiones en las que afirmamos nuestras verdades y denostamos las de los demás, escogiendo a nuestros candidatos, a veces sin siquiera saber por qué, yendo a las votaciones a ponernos en fila, llenar las papeletas y depositarlas en las urna, y esperando los resultados al final, todo ello sin una clara comprensión de qué significa, en su esencia, la democracia.
En el Ecuador existe confusión respecto de la elección de vocales del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social y el posible retorno de un reciente régimen nefasto. En Venezuela continúa el drama del inevitable pero lento desmoronamiento de una tiranía putrefacta. En Nicaragua es tan poco alentadora la perspectiva del llamado “diálogo” que la Iglesia Católica se niega a avalarlo. En Francia las protestas de los “chalecos amarillos” siguen, semana tras semana, y se van tornando más violentas. En Estados Unidos el Presidente Donald Trump, quien juró defender la constitución y las leyes, ignora su juramento y amenaza a sus opositores con actos de violencia por parte de los matones de la sociedad. Con las contradicciones del Brexit, Gran Bretaña ha sumido a toda Europa en un inimaginable laberinto. Y en Nueva Zelanda, un defensor de la superioridad de los blancos sobre todo el resto de nosotros ha asesinado a decenas de musulmanes en sus mezquitas, tal como ocurrió no hace mucho
jzalles@elcomercio.org Peter Salovey y John Mayer, autores de la luminosa teoría de la inteligencia emocional publicada en 1990, identificaron cinco componentes principales de la misma: conocerse uno mismo; manejar adecuadamente las propias emociones; conocer al “Otro”; manejar adecuadamente las emociones de otros; y ser perseverantes. Cuando primero conocí esta fascinante propuesta, me pareció perfectamente lógico que los primeros cuatro elementos formasen parte de la esencia, de la definición misma de la inteligencia emocional. Pero me resultó difícil comprender la inclusión del quinto. Con el paso de los años –ya son casi treinta- he llegado a comprender cuán sabia fue la decisión de Salovey y Mayer de incluir ese elemento constitutivo de la inteligencia emocional. Primero, en el propio contexto de ésta, quienes no tuvimos el privilegio de haber recibido apoyo para desarrollarla desde nuestra infancia, es decir, todos quienes ya éramos personas conscientes, ni se diga adultos, en 19
Ha sido anunciada la intención de Nicolás Maduro de impedir, aun con la fuerza, la distribución de ayuda humanitaria a su pueblo.
El sicoanalista germano-norteamericano Fritz Perls, creador con su esposa Laura Posner de la terapia Gestalt, sostenía que el sentido de propia culpa es uno de los lugares emocionales en los que más puede quedar atrapado un ser humano. Según Perls, podemos sobreponernos mucho más fácilmente a los diversos traumas resultantes de decepciones, frustraciones, fracasos y demás posibles fuentes de dolor si no está también presente la sensación de que somos culpables. Dos realidades me han llevado a reflexionar sobre el sentido de culpa.
jzalles@elcomercio.org Yuval Harari, autor de Sapiens y Homo Deus, publicó hace poco un artículo en ‘El País’ de Madrid al cual me siento en la necesidad de responder. Harari plantea que el libre albedrío “es un mito”: aunque creemos que tomamos decisiones, éstas en realidad “dependen de nuestros genes, nuestra bioquímica, nuestro sexo, nuestro origen familiar, nuestro cultura nacional, etc.; todos ellos, elementos que no hemos elegido,” y que “tener fe en el libre albedrío es peligroso. Si los Gobiernos y las empresas logran hackear o piratear el sistema operativo humano, las personas más fáciles de manipular serán aquellas que creen en el libre albedrío; (...) cuando logren piratearnos, no solo podrán predecir nuestras decisiones, sino (...) manipular nuestros sentimientos.” Planteo, primero, que el libre albedrío no es “un mito”: es una idea en cuya validez muchos creemos, a partir de la experiencia, que constituye válida evidencia, de haber elegido muchas veces entre uno y otro pos
El 6 de diciembre , el Municipio de Quito entregó la condecoración al mérito educativo “Federico González Suárez” al Rector de la Universidad San Francisco de Quito, Carlos Montufar Freile.
En una reciente reunión, un amigo afirmó que, para él, solo motivan a los seres humanos el dinero, el poder, y el sexo.
El 9 de noviembre se conmemoró el 80 aniversario de la “Noche de los Cristales” y el 29 aniversario de la apertura del Muro de Berlín. Luego, el 11 de noviembre, se conmemoró el primer centenario del armisticio que puso fin a la Primera Guerra Mundial. En 3 días, como todos los años, se dio la coincidencia: 3 temas especialmente significativos en la historia occidental moderna, que hace tal vez más angustiante la pregunta de si hemos aprendido algo.
Una de las batallas políticas más enconadas que ha vivido EE.UU. en muchas décadas se está librando en estos días en relación con la confirmación o no por el Senado del juez Brett Kavanaugh, nominado por el presidente Trump para llenar una vacante en la Corte Suprema. Hasta hace muy poco, la confirmación parecía asegurada, dada la mayoría Republicana en el Senado. Pero días antes de culminar el proceso, surgieron acusaciones de abuso sexual contra Kavanaugh de tres mujeres que se han identificado, y otras dos cuyas autoras han permanecido anónimas. A último momento, el senador republicano Jeff Flake de Arizona condicionó su voto, que por motivos ideológicos favorecería la confirmación de Kavanaugh, a que el FBI investigue dichas acusaciones. Durante la actual semana, esa parte del drama se esclarecerá, y se definirá el futuro de la Corte Suprema norteamericana.
En una reciente entrevista radial, expresé el criterio de que se debió haber dado, hace mucho tiempo, una intervención de fuerzas democráticas latinoamericanas en Venezuela para liberar a ese pueblo de la tiranía a la cual está sometido. Compartía los micrófonos otra invitada, quien comentó de inmediato que ella jamás podría aprobar actos de violencia, y expresó sorpresa porque yo, que he dedicado gran parte de mi vida adulta al manejo y la resolución de conflictos, pudiese plantear lo que acababa de plantear.