Sí. En Guayaquil se detectaron buses con problemas en los frenos que pretendían llevar pasajeros desde la terminal terrestre. ¡Increíble¡ Otros se movilizaban con tubos de escape rotos, tenían problemas en la combustión y desperfectos en el sistema de amortiguamiento.
17 de 18 buses revisados en un operativo no pasaron la prueba. Cifra espeluznante.
De 1 300 automotores agrupados en la Unión de Transportistas Intraprovinciales del Guayas, 700 habían pasado solo una revisión manual. Entonces, la autoridad está obligada a tomar medidas urgentes.
Que no se minimice el problema, como se intentó hacer en Quito. La versión oficial advertía que en las terminales de Carcelén y de Quitumbe “no hay problemas”.
Pero las cifras y el cruce de datos advierten otra cosa. 1 638 unidades fueron suspendidas de enero a agosto pasados. ¿La razones? Neumáticos en mal estado, no tenían el documento de circulación vigente, los parabrisas estaban rotos o el chofer conducía sin puntos en la licencia.
Este es un tema que debe involucrar a todo un país, pero sobre todo a quienes toman decisiones. No obstante, ahí también hay serias fallas. El denominado Pacto Vial, que comenzó como una gran solución a los percances en las carreteras, opera sin presupuesto y sus miembros hacen lo que pueden. Es difícil digerir ejemplos como este: la organización Corazones Azules busca dinero para financiar material didáctico sobre educación vial para los niños.
El trabajo del Pacto está retrasado y la única explicación es que los plazos fueron mal planteados. Se analiza la posibilidad de revisarlos.
Lejos de frenar los accidentes y sus secuelas, los ciudadanos miran con preocupación cómo entre enero y agosto pasados se han reportado 1 433 muertes en las carreteras. En igual período del 2017 se reportaron 1 400 casos.
La ANT, encargada de regular el transporte, ha contabilizado 27 causas para que se produzca un siniestro. El 23,5% es provocado por manejar distraídos. Problema profundo.