Cuídate carajo, que Dios te bendiga
Los testimonios son desgarradores. Sí. Solo hay que pararse en la entrada del aeropuerto de Cotopaxi cada sábado y escuchar cómo decenas de personas se despiden de sus familiares. Son ecuatorianos que dicen haber perdido sus empleos, que están necesitados de dinero y que la única salida es viajar a los EE.UU.
Saben el riesgo que corren. Las mafias que trafican con migrantes comenzaron a usar la ruta aérea desde Latacunga, para trasladarlos legalmente a México, solo con un pasaporte (desde 2018 no se requiere visa a esa nación). Pero la pesadilla empieza ahí.
Cada uno toma la ruta ilegal que pactó con los coyoteros. Muchos ni siquiera pueden desembarcar en México; no logran justificar que llegan de turismo. Con ese supuesto objetivo salen desde Ecuador. Llevan pequeñas maletas, lo mínimo para cumplir con una travesía clandestina.
El Estado debe actuar. La autoridad debe saber que quienes viajan son vecinos de Saraguro, Chordeleg, Paute, Guasuntos, Biblián, Azogues, Alausí, Guamote, Chunchi.
Si bien la migración en esos sectores ha sido histórica, ¿este Gobierno ha trabajado ahí? ¿Ha hecho algo en estos cuatro años para mejor las condiciones? Al parecer no.
La gente reclama trabajo, pide que se pague mejor por el litro de leche a quienes tiene unas pocas cabezas de ganado. Exige atención para poder producir sus tierras.
Caso contrario esto no parará. Cada vez hay más vuelos desde Latacunga. Solo en noviembre y diciembre se registraron 16 traslados mensuales a México. ¿Cuántas personas más saldrán por Quito y por Guayaquil? ¿Qué pasará con ellos? La semana pasada se conoció que un grupo de ecuatorianos que viajaba de forma irregular está desaparecido en alta mar.
Unos dejan en el país a niños pequeños. Otros abandonan a sus esposas embarazadas.
Con ellos van solo las fotos cargadas en sus celulares. Mientras esperan el avión en Latacunga no se despegan del teléfono. Lloran. Se abrazan. Es hora de despedirse. El mensaje estremece: ‘Cuídate carajo, que Dios te bendiga’.