El 2018 estaba por terminar y México anunciaba pomposamente la eliminación de la visa para los ecuatorianos que deseen viajar a esa nación por turismo, eventos académicos o por otras actividades no remunerativas. Había mucha expectativa. Se esperaba que esa decisión fortalezca los nexos entre las dos naciones.
Hoy todo ha cambiado. Desde el 4 de septiembre se requerirá nuevamente ese documento. Estuvo bien la flexibilidad en los requisitos, pero las redes criminales se aprovecharon de aquello.
Tan pronto como las políticas mexicanas entraron en vigencia, las mafias vinculadas al coyoterismo y al tráfico ilegal de personas comenzaron a usar esta ruta para llevar clandestinamente a los migrantes hacia los Estados Unidos.
Hoy se habla abiertamente de la presencia de estas bandas. La gente ya no esconde su intención de viajar sin papeles a suelo americano. La principal razón: falta de empleo en el Ecuador.
Entonces, las cifras oficiales alarman: siete de cada 10 viajeros no retornan.
No importa la presencia de mafias organizadas, de criminales, de traficantes, de narcotraficantes que operan en el camino hacia los EE.UU. Los emigrantes arriesgan todo y se van. Entre el 2014 y junio de este año, 66 compatriotas desaparecieron en el desierto. 37 fueron localizados. ¿Y el resto? ¿En dónde están?
¿Los familiares han recibido ayuda de las autoridades? Parecería que no.
Hay más datos escalofriantes. Entre enero y julio de este año, 62 989 nacionales han sido detenidos, expulsados o impedidos de llegar a su destino.
Quienes son apresados pasan meses enteros encarcelados en pequeñas celdas. Reciben comida fría, un uniforme gris y son despojados de cordones y correas, para evitar suicidios.
Así esperan volver a Ecuador. Cuando aquello ocurre llegan solo con una pequeña mochila. No les permiten traer más. Todos los viernes, un avión con capacidad para 137 personas llega a Guayaquil lleno de deportados.
Nada de eso importa. Insistirán en dejar una y otra vez los pueblos de Loja, Azuay, Cañar, Morona, Tungurahua.
En Ambatillo, una pequeña parroquia de Ambato, muchos se han ido.
En un censo realizado entre abril y mayo de este año se determinó que más de 200 casas de 11 barrios quedaron abandonadas por la migración irregular.
Antes del 2020, en esos sitios vivían 750 familias. Este año se contabilizaron 270 menos. Los que se quedan dicen que sus parientes se fueron con la intención de llegar a Florida u otros estados.
La desesperación por irse es tal que la semana pasada no importó no tener cita para sacar el pasaporte y viajar antes de que entre en vigencia la visa. Cientos de usuarios llegaron a la oficina principal del Registro Civil de Cuenca y las autoridades tuvieron que atenderlos.
Grupos enteros se apresuraron en salir. Adelantaron los vuelos, pagaron penalizaciones y se fueron con la familia.
Los vuelos se agotaron apenas se conoció el anuncio mexicano. En Quito, decenas y decenas hacen fila en la embajada mexicana. Buscan una cita para obtener la visa. Dramática situación.