Informe Judicial

Es una columna que incluirá información sobre temas relacionados con seguridad y justicia. Otros artículos del autor: http://bit.ly/gTipanluisa Twitter: @ECtipanluisag

Geovanny Tipanluisa

Licenciado en Comunicación Social por la Universidad Central del Ecuador. Tiene 20 años de experiencia en periodismo. Colabora con el Grupo EL COMERCIO desde el 2003 y se ha desempeñado en diversos puestos desde entonces. Actualmente es Editor de Seguridad.

El aterrador caso Carolina

Lo que hizo la familia de Carolina es digno de aplaudir: logró que el asesinato de esta niña, de apenas 15 años, no quede en la impunidad. Resulta que, a finales del año pasado, la Dinased, una dependencia policial que investiga las muertes violentas, calificó al deceso de la menor como muerte natural. Pero después de la presión familiar, la misma Policía, aunque a través de otra Dirección, señaló haber hallado indicios de que se trató de un crimen.

Es sorprendente ver cómo una misma institución muestra dos resultados totalmente opuestos de un caso tan sensible como este, en el que ahora incluso se sabe que detrás está una red de trata de personas que captaba a niñas para explotarlas sexualmente.

Los agentes capturaron a siete personas, entre ellas al presunto cabecilla, un estadounidense, en cuyo departamento se hallaron droga, licores, juguetes sexuales, computadoras con fotos de menores.

¿Qué sucedía si la madre de Carolina no peleaba? Seguramente, el jefe de la banda y sus colaboradores aún estarían en las calles, captando a menores y agrediéndolas.

Los responsables de la investigación inicial deben responder a la familia de la menor y al país. ¿Por qué no alertaron a tiempo de lo crítico de este caso? ¿Con base en qué detectaron que se trataba de muerte natural? Hoy, en las oficinas judiciales está abierto un expediente por violación y asesinato de Carolina. Su cuerpo tenía huellas de violencia física. ¿No detectaron estos signos?

A la autoridad le queda mucho por hacer. Protejan a la madre de Carolina y mejoren las seguridades en los colegios.

En el plantel en donde estudiaba la niña merodeaba gente sospechosa, con capuchas, con sus rostros cubiertos y con mochilas en sus hombros. Se escondían en los callejones aledaños y aguardaban a la salida de los alumnos.

Los padres de familia están temerosos por lo ocurrido. ¿Sucederá lo mismo en otros establecimientos? La Policía tiene la obligación constitucional de blindar a los menores y de frenar a estas mafias. Actúen.