Historias sin fronteras

Médicos Sin Fronteras (MSF) es una organización médico-humanitaria de carácter internacional e independiente que brinda asistencia de emergencia a poblaciones víctimas de catástrofes de origen natural o humano, de conflictos armados, de epidemias y de otras situaciones de exclusión de la salud, sin ninguna discriminación por raza, religión o ideología política. @MSF_Argentina - Sitio Web: www.msf.org.ar - Foto: Jesus Abad Colorado.

Salud mental: ayudando a los jóvenes en Sudán del Sur

Margaret junto a una colega de Médicos Sin Fronteras en Bentiu, Sudán del Sur (África del Norte). Foto: MSF ©

Margaret junto a una colega de Médicos Sin Fronteras en Bentiu, Sudán del Sur (África del Norte). Foto: MSF ©

“Todos somos uno en ritmo y movimiento”

Un hospital es un entorno difícil para cualquier niño y, más aún, para aquellos cuyas familias han perdido casi todo. Margaret Ngunang, una especialista en salud mental, cuenta su experiencia de trabajo con Médicos Sin Fronteras (MSF) en Bentiu, Sudán del Sur, y explica por qué a pesar del conflicto, el desplazamiento y la enfermedad, es vital proporcionar oportunidades para que los niños simplemente sean niños.

"Mis primeras tres semanas en Bentiu han estado llenas de aventuras, pero no tenía ni idea de qué experiencias interesantes me esperaban mientras me preparaba para comenzar mi primer grupo de estimulación psicosocial en el hospital de este lugar.

Bentiu es un sitio de Protección de Civiles (PoC), un campo para personas que buscan protegerse de los conflictos violentos en la región. Es hogar de unas 100 440 personas y dentro hay un hospital de MSF.

Las personas en este lugar han estado viviendo una crisis prolongada y continua durante mucho tiempo. Y aunque la mayoría se las arregla en situaciones de desastre crónico, un número significativo de personas desarrollará problemas de salud mental.

Entre los trastornos comunes en este tipo de entornos se incluyen el estrés postraumático, la psicosis, la depresión, las conductas suicidas y las diversas formas de abuso de sustancias.

Margaret junto a una colega de Médicos Sin Fronteras en Bentiu, Sudán del Sur (África oriental). Foto: MSF ©

Después de un desastre

Algunas de las amenazas directas a las que se enfrenta el pueblo de Bentiu se han reducido un poco desde el acuerdo de paz en Sudán del Sur. Sin embargo, las personas de este lugar, al igual que muchas que sobreviven a desastres, siguen enfrentándose a condiciones de vida precarias.

Después de un desastre, las comunidades pueden verse afectadas por el desplazamiento, el colapso de la estructura familiar, la falta de servicios, la pobreza o un aumento de la violencia. Todo esto puede conducir a muchos problemas psicosociales en individuos, familias, comunidades y la sociedad.

En los lugares donde estas dificultades están en curso, los problemas y trastornos de salud mental a menudo se subestiman y son poco tratados, especialmente si son crónicos.

El departamento de salud mental de MSF en Bentiu está compuesto por dos consejeros y un oficial de salud mental que ofrecen una amplia gama de servicios. El equipo brinda asesoramiento de apoyo individual a los pacientes ingresados en todas las salas del hospital y otorga asesoramiento a las familias sobre cómo sobrellevar un duelo cuando fallece un ser querido. Con el apoyo de dos oficiales clínicos, el departamento también ofrece asesoramiento psiquiátrico y gestión de medicamentos.

Además, MSF brinda terapia lúdica y de movimiento. La estimulación es de vital importancia para la salud mental y el desarrollo de los niños. Sin embargo, en un hospital ocupado, la atención se centra en asuntos médicos, dejando pocas oportunidades para que los niños participen, exploren o interactúen.

Cuando la música comenzó

Hace unos días, dirigí mi primer grupo de estimulación psicosocial en el hospital. Cuando la música comenzó, un grupo de pacientes y sus bebés vinieron a observar de dónde venían los nuevos sonidos. Los invité a unirse a los pocos que ya estaban sentados en el piso en el área de juego.

Los preadolescentes que cuidaban a niños incluso más pequeños los trajeron a la sala. Se unieron otros pacientes y cuidadores que no pudieron llevar a las personas que estaban cuidando. Todos se acercaron a escuchar la música.

Había pequeños con vendajes que cubrían los lugares donde se les habían colocado intravenosas, ya fuera en el dorso de sus manos o en sus cabezas. Algunos de estos niños pequeños eran inquietos, otros curiosos, y los demás simplemente eran tímidos o estaban demasiado cansados de estar enfermos y vivir en el hospital por un largo periodo de tiempo.

Comenzamos moviéndonos lentamente al ritmo de la música. De manera gradual, fuimos agregando los aplausos y luego los movimientos de baile que lograron llamar la atención de todos. Hubo muchas risas de los niños mayores y de algunos pequeños a quienes les pareció gracioso que un adulto bailara durante el día en el hospital.

Movimiento como terapia

Pudo haber sido la novedad de tener a una persona bailando en medio de un grupo de adultos y niños, pero esto era diferente. Diferente, debido a la intencionalidad de la actividad: estimular las mentes de los niños, ayudar a su coordinación visual y hacer que se movieran. Todo esto se logró con los aplausos, el movimiento, el contacto visual y las diferentes caras felices que poníamos a los más pequeños para provocar una reacción.

Algunos de los niños comenzaron a moverse al ritmo de la música, mientras que otros jugaban desde los hombros de sus cuidadores. Y otros caminaban, gateaban y se acercaban para unirse al movimiento mientras sudábamos en el calor de la tarde, sin preocuparnos por lo demás.

Una niña, cuyo lado derecho del cuerpo estaba paralizado, se arrastró desde el regazo de su madre hacia donde estaba el altavoz e intentó pararse al lado, buscando el lugar de donde provenía el sonido mientras movía su cuerpo al ritmo de la música. La madre intentó que usara su mano paralizada mientras exploraba. Se negó, pero pudo moverla y sostener mi dedo mientras nos movíamos lentamente al ritmo de la música. Ella y su madre tenían una risa hermosa.

Somos uno

Cuando llegué a Bentiu, este grupo ya estaba establecido como parte de las actividades, pero era mi primera vez dirigiéndolo. También fue la primera vez que utilizamos deliberadamente la terapia de movimiento, los colores y los Legos.

Desde entonces, comenzamos a usar la música y la terapia de movimiento con las familias todos los días. Los niños y cuidadores que participan provienen de todas las áreas del hospital. Tenemos un paciente sordo que siempre asiste al grupo y usa Legos para construir edificios mientras observa el movimiento.

Además de proporcionar un entorno estimulante para los niños más pequeños, el grupo también ayuda a los adultos y a los niños mayores dándoles algo en qué pensar más allá de su enfermedad. Proporciona relajación y reduce el estrés en una habitación llena de niños que colorean, bailan y en donde en todas partes, suena música.

En esos momentos, todo lo que importa, a pesar del calor, es que todos somos uno en ritmo y movimiento”.