Historias sin fronteras

Médicos Sin Fronteras (MSF) es una organización médico-humanitaria de carácter internacional e independiente que brinda asistencia de emergencia a poblaciones víctimas de catástrofes de origen natural o humano, de conflictos armados, de epidemias y de otras situaciones de exclusión de la salud, sin ninguna discriminación por raza, religión o ideología política. @MSF_Argentina - Sitio Web: www.msf.org.ar - Foto: Jesus Abad Colorado.

El fútbol, un deporte presente aún en contextos de crisis humanitarias

El trabajador comunitario de salud mental de MSF, Waleed Ameen, organiza sesiones de juego con niños en el campamento Al-Khuseif para desplazados internos en Marib, Yemen. Millones de yemeníes están sufriendo a causa de un conflicto de siete años. La mayoría de las personas desplazadas dependen totalmente de la asistencia humanitaria. Diciembre 2021.
 Foto: Hesham Al Hilali

En medio de una nueva Copa del Mundo, Médicos Sin Fronteras (MSF) comparte imágenes de cómo a pesar de las dificultades que enfrentan las personas y comunidades afectadas por crisis humanitarias, el fútbol puede proporcionar un momento de distención.

Houssam, de 12 años, sufre de diabetes tipo I. El deporte favorito de Houssam es el fútbol, ​​lo juega con su hermano en los alrededores de su tienda de campaña en el campo de refugiados de Aarsal, en Líbano. En diversas zonas del país, los equipos de MSF brindan servicios médicos básicos, que incluyen salud sexual y reproductiva, consultas para enfermedades crónicas, salud mental, tratamiento de la talasemia y cirugía. Septiembre de 2019. Foto: Jinane Saad/MSF
Houssam, de 12 años, sufre de diabetes tipo I. El deporte favorito de Houssam es el fútbol, ​​lo juega con su hermano en los alrededores de su tienda de campaña en el campo de refugiados de Aarsal, en Líbano. En diversas zonas del país, los equipos de MSF brindan servicios médicos básicos, que incluyen salud sexual y reproductiva, consultas para enfermedades crónicas, salud mental, tratamiento de la talasemia y cirugía. Septiembre de 2019. Foto: Jinane Saad/MSF
Ali Sina, de 13 años, se sienta con su hermano y su amigo en la calle cerca de su casa donde juega al fútbol en Hazara Town, Quetta, Pakistán. Luego de seis meses de haber sido picado por una mosca de la arena, que le provocó Leishmaniasis, Ali comenzó su tratamiento en el Centro Médico Bolan en Quetta, apoyado por MSF. Octubre de 2018. Foto: Khaula Jamil
Ali Sina, de 13 años, se sienta con su hermano y su amigo en la calle cerca de su casa donde juega al fútbol en Hazara Town, Quetta, Pakistán. Luego de seis meses de haber sido picado por una mosca de la arena, que le provocó Leishmaniasis, Ali comenzó su tratamiento en el Centro Médico Bolan en Quetta, apoyado por MSF. Octubre de 2018. Foto: Khaula Jamil
Niños juegan en el campo de Protección de Civiles en la ciudad de Malakal, Sudán del Sur, donde miles de personas han estado viviendo desde principios de 2014 después de haber sido desplazadas de sus hogares por la violencia. Marzo de 2019. Foto: Igor Barbero/MSF
Niños juegan en el campo de Protección de Civiles en la ciudad de Malakal, Sudán del Sur, donde miles de personas han estado viviendo desde principios de 2014 después de haber sido desplazadas de sus hogares por la violencia. Marzo de 2019. Foto: Igor Barbero/MSF
Los niños se reúnen durante la puesta del sol, entreteniéndose con partidos de fútbol en los campamentos para personas desplazadas en Bentiu, Sudán del Sur. En julio de este año, Sudán del Sur cumplió once años de independencia. Sin embargo, la seguridad continúa siendo precaria en un gran número de regiones. Mientras muchas personas permanecen desplazadas dentro del país, más de dos millones han huido a países vecinos en un intento por alcanzar la seguridad. Septiembre 2017. Foto: Peter Bauza
Los niños se reúnen durante la puesta del sol, entreteniéndose con partidos de fútbol en los campamentos para personas desplazadas en Bentiu, Sudán del Sur. En julio de este año, Sudán del Sur cumplió once años de independencia. Sin embargo, la seguridad continúa siendo precaria en un gran número de regiones. Mientras muchas personas permanecen desplazadas dentro del país, más de dos millones han huido a países vecinos en un intento por alcanzar la seguridad. Septiembre 2017. Foto: Peter Bauza
Personas refugiadas rohingyas se reúnen para jugar al fútbol en el campamento de Tasnimarkhola, en Bangladesh. Han pasado cinco años desde que los rohingyas huyeron de la última y mayor campaña de violencia selectiva contra ellos en Myanmar y 40 años desde que, en 1982, Myanmar les privó de su nacionalidad. Hoy, casi un millón de personas siguen viviendo en los mismos refugios de bambú superpoblados y temporales, dependiendo completamente de la ayuda y con pocas perspectivas de futuro. La población rohingya sigue siendo apátrida y no se le reconoce oficialmente como refugiados. Noviembre 2017. Foto: Mohammad Ghannam/MSF
Personas refugiadas rohingyas se reúnen para jugar al fútbol en el campamento de Tasnimarkhola, en Bangladesh. Han pasado cinco años desde que los rohingyas huyeron de la última y mayor campaña de violencia selectiva contra ellos en Myanmar y 40 años desde que, en 1982, Myanmar les privó de su nacionalidad. Hoy, casi un millón de personas siguen viviendo en los mismos refugios de bambú superpoblados y temporales, dependiendo completamente de la ayuda y con pocas perspectivas de futuro. La población rohingya sigue siendo apátrida y no se le reconoce oficialmente como refugiados. Noviembre 2017. Foto: Mohammad Ghannam/MSF
Retrato del equipo de fútbol femenino Cocoricoó en Beira, Mozambique, quienes tras el ciclón Idai que arrasó la ciudad en marzo de 2019, cedieron su campo de juego para construir en él un centro de tratamiento de cólera. Los fuertes vientos e inundaciones que desató el ciclón se cobraron la vida de al menos 602 personas en el país y dejaron a muchos más heridos. Miles de hogares, escuelas y centros de salud, así como infraestructura esencial, fueron dañados o destruidos. Muchas familias quedaron sin hogar y sin acceso confiable a refugios, agua potable, electricidad o alimentos. Abril 2017. Foto: Pablo Garrigos/MSF
Retrato del equipo de fútbol femenino Cocoricoó en Beira, Mozambique, quienes tras el ciclón Idai que arrasó la ciudad en marzo de 2019, cedieron su campo de juego para construir en él un centro de tratamiento de cólera. Los fuertes vientos e inundaciones que desató el ciclón se cobraron la vida de al menos 602 personas en el país y dejaron a muchos más heridos. Miles de hogares, escuelas y centros de salud, así como infraestructura esencial, fueron dañados o destruidos. Muchas familias quedaron sin hogar y sin acceso confiable a refugios, agua potable, electricidad o alimentos. Abril 2017. Foto: Pablo Garrigos/MSF
Niños refugiados rohingya juegan al fútbol con una pelota hecha de bambú en el campo de refugiados de Cox Bazaar, en Bangladesh. El personal de MSF es testigo del impacto que tienen las condiciones de los campos, congestionados e insalubres, en la salud física y mental de las personas refugiadas. Cada vez están recibiendo a una mayor cantidad de pacientes que necesitan tratamiento para infecciones de la piel, o de enfermedades transmitidas por el agua, y patologías crónicas como la diabetes y la hipertensión. Noviembre 2018. Foto: Vincenzo Livieri
Niños refugiados rohingya juegan al fútbol con una pelota hecha de bambú en el campo de refugiados de Cox Bazaar, en Bangladesh. El personal de MSF es testigo del impacto que tienen las condiciones de los campos, congestionados e insalubres, en la salud física y mental de las personas refugiadas. Cada vez están recibiendo a una mayor cantidad de pacientes que necesitan tratamiento para infecciones de la piel, o de enfermedades transmitidas por el agua, y patologías crónicas como la diabetes y la hipertensión. Noviembre 2018. Foto: Vincenzo Livieri
Campo de refugiados de Kutupalong, en Bangladesh. Niños pequeños juegan al fútbol en un terreno del que se retiraron los refugios porque se encontraban en una zona de riesgo de monzones.  Kutupalong es uno de los campos de refugiados más antiguos de Cox's Bazar, Bangladesh, y consta de miles de pequeños y estrechos refugios improvisados ​​hechos de hojalata, lona y bambú. Mayo de 2018. Foto: Patrick Rohr
Campo de refugiados de Kutupalong, en Bangladesh. Niños pequeños juegan al fútbol en un terreno del que se retiraron los refugios porque se encontraban en una zona de riesgo de monzones. Kutupalong es uno de los campos de refugiados más antiguos de Cox's Bazar, Bangladesh, y consta de miles de pequeños y estrechos refugios improvisados ​​hechos de hojalata, lona y bambú. Mayo de 2018. Foto: Patrick Rohr
Dos jóvenes pacientes juegan en el patio del hospital Amman, en Jordania, donde se encuentra el Programa de Cirugía Reconstructiva de MSF. Este programa se estableció en 2006 para tratar a las personas heridas en la guerra. Allí, MSF trata a pacientes con lesiones complicadas, principalmente de Irak, Siria, Yemen y Palestina, quienes no podrían acceder al tratamiento por su cuenta. Febrero 2022. Foto: MSF
Dos jóvenes pacientes juegan en el patio del hospital Amman, en Jordania, donde se encuentra el Programa de Cirugía Reconstructiva de MSF. Este programa se estableció en 2006 para tratar a las personas heridas en la guerra. Allí, MSF trata a pacientes con lesiones complicadas, principalmente de Irak, Siria, Yemen y Palestina, quienes no podrían acceder al tratamiento por su cuenta. Febrero 2022. Foto: MSF
Personas desplazadas juegan al fútbol en un campo para desplazados en Pulka, en el estado de Borno, al noreste de Nigeria. Actualmente alrededor de 1,6 millones de personas están desplazadas en esta región. Además de haber soportado más de una década de conflicto entre el Gobierno y los grupos armados, la desnutrición es una preocupación crónica en esta área que abarca muchos aspectos y ha sido impulsada por el impacto acumulativo del desplazamiento, la inseguridad, la pobreza, la falta de acceso a la atención médica, entre otros factores. Febrero 2021. Foto: Stefan Pejovic/MSF
Personas desplazadas juegan al fútbol en un campo para desplazados en Pulka, en el estado de Borno, al noreste de Nigeria. Actualmente alrededor de 1,6 millones de personas están desplazadas en esta región. Además de haber soportado más de una década de conflicto entre el Gobierno y los grupos armados, la desnutrición es una preocupación crónica en esta área que abarca muchos aspectos y ha sido impulsada por el impacto acumulativo del desplazamiento, la inseguridad, la pobreza, la falta de acceso a la atención médica, entre otros factores. Febrero 2021. Foto: Stefan Pejovic/MSF
Un padre y su hijo Emelianenko juegan al fútbol junto a un albergue para poblaciones desplazadas en Dnipro, Ucrania. Entre quienes viven en condiciones precarias a raíz de la guerra actual, los ancianos y las personas con discapacidad son los grupos que enfrentan una mayor vulnerabilidad. A menudo viven sin electricidad, sin agua potable, alimentos o atención sanitaria. MSF proporciona donaciones médicas y capacitación a hospitales, profesionales de salud y organizaciones de voluntarios y de la sociedad civil de Ucrania, al tiempo que identifica y responde a las necesidades humanitarias a medida que van surgiendo. Junio 2022. Foto: Alexander Glyadyelov
Un padre y su hijo Emelianenko juegan al fútbol junto a un albergue para poblaciones desplazadas en Dnipro, Ucrania. Entre quienes viven en condiciones precarias a raíz de la guerra actual, los ancianos y las personas con discapacidad son los grupos que enfrentan una mayor vulnerabilidad. A menudo viven sin electricidad, sin agua potable, alimentos o atención sanitaria. MSF proporciona donaciones médicas y capacitación a hospitales, profesionales de salud y organizaciones de voluntarios y de la sociedad civil de Ucrania, al tiempo que identifica y responde a las necesidades humanitarias a medida que van surgiendo. Junio 2022. Foto: Alexander Glyadyelov