Hay movimientos telúricos que pueden durar 52 segundos y destruirlo todo de un zarpazo, otros que pueden tardar años en cuartear la existencia de una persona hasta lograr que sus cimientos se vengan abajo. Damián Bass es un joven que, al igual que miles de personas, ha sido sacudido por estas dos fuerzas. De la primera pudo salir ileso, de la segunda ni siquiera tiene la conciencia de cuán profundas son las grietas.
Bass es uno de los personajes principales de ‘Geografía del asombro’, el nuevo libro de Adolfo Macías Huerta. En esta novela, el escritor guayaquileño narra la vida de un puñado de personas de un pueblo costero del país, que vive a la sombra del dolor que dejó un terremoto, y que dos años después aún los tiene atrapados en medio de una precariedad física y emocional, de la que no todos saben cómo salir.
A través de estos personajes, Macías Huerta lleva al lector a reflexionar sobre el duelo y la salud mental, dos realidades borradas de los debates públicos y las sobremesas, ¿cómo una persona maneja la muerte de un ser querido y qué repercusiones emocionales y físicas tiene el dolor de esa pérdida? Después de la muerte de su madre Damián es internado en un hospital psiquiátrico, otros como Johnny Sarango viven su dolor desde la calle.
Por este hospital psiquiátrico transitan varios de los personajes secundarios de la novela, pacientes, enfermeras y doctores, que detonan otras reflexiones, entre ellas ¿cómo viven las personas que están internadas en estos espacios?, ¿cómo vive Damián, que sufre de Síndrome de Cotard, un delirio hipocondríaco en que el paciente niega la existencia de partes de su cuerpo?
La fragilidad que puede tener la salud mental también se muestra a través del personaje de Iván Rojo, el amante de la madre de Damián. En él, el dolor que le provocó la muerte de la mujer que amaba se manifiesta a través de la parálisis que siente en uno de sus hombros, cada vez que intenta tocar el violín. Rojo, al igual que Antonio Bass, el padre del protagonista, es un músico que ha caído en desgracia.
Como pasa en varios pueblos costeros del país afectados por el terremoto del 2016, el que aparece en ‘Geografía del asombro’ está hundido en el olvido por parte de las autoridades de turno. Aquí la viveza criolla y la corrupción se mete en medio de las paredes cuarteadas, los lotes baldíos, las calles rotas y las vidas llenas de grietas. La tierra ya no tiembla, pero todos parecen propensos a venirse abajo con la más leve de las brisas marinas.
En esta novela, Macías Huerta habla sobre la muerte desde la mirada de quienes la han visto de cerca y han percibido su olor entre los escombros de fierros retorcidos y paredes hecho añicos, pero también de aquellos que han permanecido ajenos a esa realidad encerrados entre las grietas mentales que se fraguaron desde sus años de infancia, una etapa de la vida a la que el autor apunta como el epicentro de muchos movimientos telúricos.