Valencia vs. Egas: 5 reflexiones urgentes del caos en Ecuador

captura de pantalla video Antonio Valencia Egas polémica
Las fuertes declaraciones de Antonio Valencia en contra de Francisco Egas, realizadas cuando el Día de la Madre agonizaba en Ecuador, merecen unas reflexiones urgentes.
1.
Aunque en el plano internacional e institucional Francisco Egas va ganando en su pugna con Jaime Estrada por el control de la Ecuafútbol, es claro que casa adentro todo es un caos y que se ha fracturado, al parecer de forma irremediable, la estructura dirigencial. El fútbol ecuatoriano es un battle royale donde todos están en contra de todos, Egas contra Estrada, Alfaro Moreno contra los Paz, Técnico Universitario contra Independiente del Valle, clubes contra la LigaPro y clubes a favor de la LigaPro. Lo de Valencia es, en este contexto, una manifestación más de esta generalizada pugna por el poder, aunque en este caso es evidente que existe un enorme resentimiento que el jugador no ha logrado superar.
2.
Cuando ocurrió el escándalo del piso 17, Egas no calculó que los jugadores profesionales valoran ante todo la imagen. Si en efecto pasó alguna conducta inapropiada, lo legal era (lo hemos escrito tantas veces) que la Comisión de Disciplina realizara una investigación, que los acusados se defendieran en regla y anunciar una sanción, susceptible de ser apelada. El famoso debido proceso, como se lo denomina. La opción de Egas fue expresar que hubo infracciones y que los involucrados no regresarían a la Tricolor como castigo aleccionador para el resto, pero sin dar los nombres. Con esto, dejó en entredicho la reputación de Valencia (y de varios seleccionados), quien al parecer ha permitido que el sentimiento de rencor se avinagre en su interior al punto que esta controversia pasó al plano personal, de donde ya es muy difícil volver. Claro, ese escándalo le causó muchos sinsabores y una avalancha de memes. Por eso, Valencia se queja con amargura: “Lo que nos hizo fue terrible”.
3.
Valencia tiene todo el derecho de expresar sus opiniones, pero a estas alturas es difícil que realmente haya logrado que aquellos que ya tienen su criterio formado sobre el piso 17 cambien de parecer. Tampoco cambiarán las opiniones sobre Egas, aunque el bando de Estrada, con seguridad, suma un ingrediente a su causa: un presidente de la Ecuafútbol debe tener llegada con los jugadores, o al menos no tratarlos como si fueran niños de correccional, algo que aporta candela a la guerra civil por la FEF.
4.
Egas, aunque jurídicamente puede evitar que Estrada sea presidente, está en problemas. Su proyecto era el de modernizar al fútbol en todos los aspectos, desde la profundidad de la estructura jurídica para evitar la corrupción que penetró hasta las entrañas de la corporación hasta los asuntos más livianos, como lograr que los seleccionados tengan la bondad de entregar una factura para recibir sus ingresos por partidos jugados y así tributar. Pero ha perdido a los aliados y también se mermó su espacio de maniobra, al punto que quizás deba preguntarse sobre su real capacidad para dirigir una entidad que resultó incivilizada y voraz. Puede ser que Estrada y los otros cinco vocales golpistas sean suspendidos y dejen el Directorio, pero no por eso habrá acabado con la oposición interna ni tampoco se garantiza que logrará reconstituir un Directorio fuerte en su favor. Los clubes del Astillero no lo respaldan y tampoco la mayoría de la Serie B. Hay una guerra mediática con el presidente de la LigaPro. Las opiniones de Valencia deben reflejar la de un segmento de los jugadores importantes del país, lo que complica el panorama de la Tricolor (menos mal que este año no habrá cotejos internacionales, ¡imagínense el morbo por la lista de convocados!).
5.
Por todo eso, la fórmula de la intervención de la FIFA es la más realista en estos momentos. Salvo que, por un milagro de esos que ya no se ven, los dirigentes del fútbol decidieran renunciar a sus espacios de poder y adherirse a un plan mínimo de acción, el futuro mediato será el de la intervención internacional, los cambios de estatutos y nuevas elecciones. Ojalá que, para entonces, cuando todo este penoso proceso haya terminado, quede algo de fútbol para salvar.