El karma y los asuntos místicos y espirituales, lo confieso, no me conmueven. Pero lo que le está pasando a Ismael Rescalvo en Emelec es como para correr a comprarse los libros del monje Thich Nhat Hanh y ponerse a cantar “ooommm, ooommm”.
Si el karma existe, Rescalvo lo está experimentando desde el 30 de abril, cuando -en plena competición de la Serie A- abandonó sorpresivamente a Independiente del Valle para ir$e al ‘Bombillo’.
Rescalvo, es verdad, asumió a un cuadro azul que fracasaba al mando del entrenador Soso. Pero seguramente creyó que las virtude$ de Emelec, de todas maneras, eran suficientes para lograr algo grande en la LigaPro. Pero se ha equivocado. El equipo carece de buenos jugadores para que el español pueda aplicar su estilo de juego con presión alta. Es más: carece de jugadores.
El arquero, Esteban Dreer, se salva. Pero al resto, ni el Buda más guatón le tiene fe. No le sale nada a Rescalvo, cuyos jugadores son incapaces de hilvanar tres pases seguidos, son superados en los mano a mano y el único recurso de ataque son los pases largos.
A solo ocho cotejos del fin de la primera fase, Emelec corre realmente un serio peligro de no entrar ni siquiera en los últimos puestos de los ‘playoffs’, en lo que se vislumbra como su peor campaña en 20 años. Para colmo, mientras el hundimiento del ‘Bombillo’ tiene apesadumbrado a Rescalvo, que hasta lanza improperios en las ruedas de prensa, Independiente avanzó en la Copa Sudamericana y, de paso, le dio a Emelec un baile en el mismísimo Capwell.
No sé si el karma existe, pero si es así, he aquí un ejemplo.
El DT Ismael Rescalvo cuando fue presentado como DT de Emelec. Foto: API para Grupo EL COMERCIO