Perder no es problema, pues es parte del juego y, mientras sea un asunto meramente deportivo, hay que superarlo. Pero la caída de Barcelona ante Atlético Nacional es profunda y desoladora, prácticamente estructural, y por eso duele tanto al barcelonismo y sus mitologías. Esas son las que más dolor generan, las que justamente cuestionan la razón de ser.
Repasemos:
-Debe ser doloroso perder a pesar de que el rival regaló un gol al minuto de juego. Pero Atlético Nacional tuvo más tiempo la pelota y generó más peligro, al punto de que Máximo Banguera era la figura.
-Debe ser doloroso para Rubén Israel perder así, que le remonten el marcador y que su colega Osorio haya exhibido tanta destreza en los cambios. Israel fue confusión y drama a pesar de su ventaja en el marcador y sus decisiones fueron pifiadas. Osorio fue serenidad y sapiencia.
-Debe ser doloroso, por eso mismo, constatar que Barcelona carece de banco. Se mira a los suplentes y solo queda rezar, jugar a la ruleta, esperar que resulte, que salga la chiripa. Sí, a veces hay suerte, pero ese sistema cobra facturas caras y para Israel el precio es alto: la credibilidad.
-Hay derrotas más particulares, como la de Colón, que fue titular como lo pedía el barcelonismo. El socio de Alemán, decían. Pero Colón fracasó porque sus recursos son limitados, el pase largo el mejor, sin duda, aunque no tiene -no ha mostrado- ni poder de definición ni jerarquía. Ni siquiera ha demostrado visión de juego, clave en un 10 que se respete, al punto que se chocó con el juez en una jugada ofensiva.
-Banguera también cae con dolor y drama, pues hizo un gran partido pero salió tan mal, tan tarde, tan regalado y tan desesperado para impedir el gol del rival, que acabó expulsado. Ofreció teatro y un sacrificio inútil, pues de todos modos llegó la derrota.
-Debe ser doloroso perder en el último minuto de adición, karma de los equipos sin alma.
-Debe ser doloroso que casi todos los refuerzos sean una colección de penurias y fiascos. Es frecuente equivocarse en contratar uno que otro, ¡pero tantos!
-Debe afectar bastante al corazón que esto ocurra justo el día en que los dirigentes del club vaticinan que, con una victoria, vendrá la levantada, prueba de que viven en otro planeta.
-Pero lo que más debe doler es que los hinchas de Atlético Nacional convirtieron el Monumental en el Atanasio Girardot: gritaron más, cantaron más, salieron más en la tele y quedó la impresión de que son mayoría. Pero lo fueron no por cantidad sino por abandono de los hinchas de Barcelona. No es casual que el último duelo Liga-D. Quito haya llevado más gente que el clásico del Astillero: parece que el barcelonismo también ha sido hincha del éxito. Y esa es la peor derrota: que te den la espalda. Es como perder mil veces. ¿Será que los barcelonistas viajan a Medellín y se toman el estadio? Difícil.