Alejandro Ribadeneira, Comentarista, @guapodelabarra
Caer ante Japón ha dejado una estela de dolor en Colombia. No solo porque era el rival ‘más fácil’, el contrincante al que era obligatorio arrancar ganando para prender la fiesta desde Barranquilla hasta Pasto. Lo que en realidad se prendió fue el miedo, y más exactamente la decepción que se genera al constatar que los más pesimistas tenían razón: hubo sobrevaloración. El equipo no está sobrevalorado, para ser precisos, sino su trabajo anterior. La segunda parte del DT José Pekerman al mando de los cafeteros ha sido tortuosa y llena de sinsabores. No hizo microciclos. Las eliminatorias fueron pésimas y se temió en algún momento la eliminación. No se mostró nada en las Copas América. Van cuatro años jugando mal, dependiendo solo del talento de las individualidades. Y el entrenador, cometiendo pecados en la nómina, como dejar en casa a Edwin Cardona, un crack. Bueno, estamos hablando de Pekerman, que dejó a Messi en la banca cuando todos sabían que debía entrar.
Hoy, el entrenador lo hizo todo mal, otra vez. Es verdad que no es lo mismo empezar perdiendo un hombre clave, un superjugador como Carlos Sánchez, antes de los cinco minutos, y también estar abajo en el marcador. Pero, ¿entonces para qué está el entrenador? Pekerman, que ya en un día normal tiene el semblante angustiantemente pálido, ahora parecía de funeral mientras se esforzaba para allanar el camino a los nipones, que para colmo lucieron con más físico.
Japón tuvo más tiempo la pelota. Remató más al arco. Sus pases largos desbarataron a la defensa colombiana. Aprovechó la ventaja del hombre extra y se registró el primer triunfo de un equipo asiático sobre una selección sudamericana de la historia de los mundiales. El entrenador Akira Nishino tomó las decisiones correctas para inyectar la intensidad requerida para ganar. Oliver Atom estaría orgulloso.
No fue para el orgullo, en cambio, el pobre desempeño de Senegal y Polonia. Esperábamos disfrutar del duelo entre los artilleros Lewandowski y Mané, pero nos aburrimos con un cotejo de equipos contemplativos, sosos, que no proponían sino que esperaban el error del rival. Senegal ganó 2-1 gracias, efectivamente, a dos bloopers de la zaga polaca. ¿Y Lewandowski, el máximo anotador de la Bundesliga? Si entró a la cancha, no nos dimos cuenta.
Como tampoco apareció el juego colectivo de Egipto, vapuleado 3-1 por una Rusia que, para felicidad de Putin, no ha tenido problemas para clasificarse. Otra vez el delantero ruso Denis Cheryshev fue el baluarte aunque Artem Dzyuba, sorprendente reemplazo de Fiodor Smólov, fue clave para este contundente triunfo, que podría ser un espejismo. Los rusos ahora solo esperan por un rival de más entidad: ¡Uruguay! Ahí se verá de qué están hechos.