El descalabro de Ecuador en el debut mundialista es un severo golpe al fútbol femenino del país. Ya se sabía que las distancias de nuestro humilde balompié en esta categoría con respecto al de los otros países eran evidentes, pero el desarrollo del partido con Camerún fue una cruel disección de una realidad que, por favor, no la ocultemos más.
Hagamos, más bien, algunas reflexiones.
1. Ecuador y Camerún chocaron como debutantes en los mundiales femeninos
Pero hubo un error al considerar que esto convertía a las Leonas Indomables (¡qué apodo!) como un rival de nivel parecido a la Tricolor. Equivocación crasa: Camerún llegó al Mundial con un plantel ultra-profesional, con futbolistas que militan en las mejores ligas femenina del Viejo Continente. ¿Cotejas? ¿El rival a vencer? ¿Qué nadie usa Google o YouTube en la FEF para ver a qué monstruo se estaban enfrentando? Todas las camerunesas que anotaron los goles son de formación europea. Todas. Tienen entre 20 y 30 cotejos por temporada. Viven de esto. Ecuador, en cambio, posee una incipiente liga semiprofesional, tan minúscula que incluso se acaba de achicar todavía más en relación al año anterior porque no hay patrocinadores. Somos incomparables.
2. Los entrenadores también exhiben distancias enormes, oceánicas
Vanessa Aráuz tiene 26 años y sus méritos son sus notas en el Instituto, haber sido asistente y la clasificación al Mundial en la repesca. Pero Camerún fue con el maestro Enow Ngachu, una leyenda porque logró que su país le quitara el cupo olímpico a Nigeria en el 2011. ¡Ah, revelación! Enow Ngachu ya cuenta varios años como entrenador de mujeres y tiene en sus espaldas como experiencia el fracaso en Londres 2012, al acabar último luego de Brasil, Reino Unido y Nueva Zelanda, sin triunfos y con solo un gol. Tres años después y tras un arduo trabajo, tiene jugadoras que marcan de a tres, como Enganamouit, un tanque que aplastó a las ecuatorianas sin consideración alguna. Puede pensarse que Ecuador debe hacer un proceso parecido que el de Camerún, pero dudo que se pueda, no en ese lapso: sin recursos, sin apoyo de verdad y sin jugadoras en Europa o Estados Unidos no podremos imitar jamás a ese país. Jamás.
3. A la entrenadora no le gustó que le pitaran tres penaltis
Pero bueno, si hay veinte faltas, pues hay que pitarlas. ¿De dónde saca que el árbitro no debe pitar tantas penas máximas? Los penaltis no son culpa de la jueza húngara sino que reflejan lo mal que Ecuador marca a la jugadora rival que domina la pelota. Fueron dos derribos y una mano intencional, claros como el agua de Machachi.
4. Es obvio que en este partido todo le salió mal a Ecuador
Todo. Ámbar Torres se desplomó y no terminó el partido (fue cambiada pese a que ella fue la más peligrosa en el primer tiempo). Ligia Moreira detuvo con falta in extremis a Enganamouit y se fue expulsada (sus lágrimas fueron conmovedoras porque su sueño no duró ni 70 minutos). Mónica Quinteros, la autora del gol de la repesca, fue borrada por Ngono. Mabel Velarde tampoco mostró su juego. En fin, hubo un límite que se rompió por la calidad del rival.
5. Cuando pasan estas cosas, se cuestionan las decisiones del pasado
Claro, hay una eficiente zaguera de la liga local que no fue llamada por la entrenadora ni tampoco se contó con una jugadora profesional que estudia en España. Siempre será un error ir a un Mundial sin las mejores armas, siempre. Pero dudo que ellas dos hubieran evitado este duro aterrizaje a la realidad. Camerún no ganó el partido sino que puso a Ecuador en su lugar. Aprovechemos ese favor.