El momento llegó. Todo el año de trabajo, todo el minucioso esfuerzo de sacar a un equipo del fango para regresarlo al pedestal de honor tendrá su punto culminante este domingo, cuando Luis Zubeldía dirija a Liga de Quito en la final ante Emelec.
La paradoja es que Zubeldía ha quedado entre el ridículo y el éxtasis. No hay medias tintas ni matices que lo salven de acabar la temporada en uno de los extremos del análisis. O se va en hombros o saldrá con el estigma de la derrota y el odio de los liguistas.
Veamos el panorama. Zubeldía debe alcanzar una hazaña que nunca antes se ha registrado en Ecuador en las finales a dos partidos: remontar un 3-1. Nunca pasó. Claro que Liga ha ganado a Emelec por 2-0 un total de 16 veces en la Casa Blanca. Según el estadígrafo Aurelio Dávila (@DavilaAurelio), se trata del 59% de los triunfos de local desde que se juega en ese estadio. No luce tan difícil a simple vista.
Hay tres detalles que complican todo. En todo el año 2015, Emelec solo ha perdido dos veces por 2-0 (una con Liga, en Manta). Liga solo ha ganado en seis ocasiones por 2-0 o más. Y nunca en la historia de las finales a dos cotejos un equipo que perdió por dos goles pudo remontar.
Por eso, si Zubeldía termina como campeón, habrá obtenido una hazaña histórica, de esas que entran a los anales y que se comentarán por siempre. Ser campeón en estas circunstancias sería épico, olímpico, memorable.
La otra posibilidad está en perder. Si fracasa, Zubeldía será odiado eternamente como el primer entrenador que permitió que un rival diera la vuelta olímpica en la Casa Blanca. Este odio aumentará cuando el hincha recuerde que Zubeldía tuvo el título al alcance de la mano, pero falló escandalosamente ante Liga de Loja, Mushuc Runa, Aucas y Universidad Católica.
Fallar pondrá a Zubeldía en la lista de los pechos fríos, los fracasados, los que acabaron en el ridículo.
Ángel o demonio. Gloria o abominación. Éxtasis o ridiculez. Historia u olvido. Zubeldía tiene 90 minutos para forjar la imagen con la que será recordado en Liga, que ahora depende del 2-0 más anhelado de la trayectoria de la ‘U’.