comentarista,
@guapodelabarra
En realidad, suena demasiado pomposo que el campeonato nacional de fútbol femenino se denomine Súper Liga. Estamos ante una competencia que todavía es semiprofesional, así que llamarla ‘súper’ es, todavía, algo exagerado. No obstante, que 22 equipos intervengan por un título nacional que, además, entregue un cupo para la Copa Libertadores de la categoría ya marca una enorme diferencia de lo que había antes. Hubo una época en que el equipo femenino que jugaba la Libertadores era, en realidad, una selección nacional femenina que usaba la camiseta del equipo campeón de la Serie A masculina . Qué horror.
El fútbol femenino del país no se ha desarrollado a la velocidad de otras naciones debido a varios factores, entre ellos la escasa convicción de los dirigentes de los clubes (casi todos varones), que jamás creyeron en la viabilidad de una competencia profesional entre mujeres. A pesar de los incentivos de la FIFA, Ecuador (y Sudamérica en general) se ha quedado demasiado atrás en este rubro, a pesar de la gran cantidad de jugadoras que produce la región.
Ecuador ha tenido seis temporadas previas a esta Súper Liga y todas han sido cortas, llevadas con desorden, sin mayores incentivos deportivos y peor financieros, y sin respaldo de los medios.
Ahora, hay avances que apuntan a moldear una competición que realmente apunte al profesionalismo. Hay asuntos de forma que ya se aplican, como que la competición tenga logotipo y balón oficiales, además de que las árbitras encontraron un espacio para dirigir cada fecha. De fondo, la idea
es consolidar un espacio realmente nacional para que las jugadores compitan y caminen hacia el profesionalismo. Se verá al final de la temporada qué funcionó y qué falló. Por lo pronto, que ruede el balón.