Comentarista
Twitter:@ guapodelabarra
A estas alturas del Campeonato, se debate si estamos presenciando una competencia emocionante, dada la paridad que exhiben los equipos en la cancha y la estrechez que se registra fecha a fecha en la tabla de posiciones, o si más bien se trata de un torneo mediocre, fatalmente caracterizado por la irregularidad y la baja calidad del espectáculo.
Como (casi) siempre que se plantean extremos, se olvida que lo emocionante no tiene que ver con la calidad, y menos en el fútbol, extraño deporte en que la victoria y méritos ofensivos de un equipo muchas veces no tienen relación alguna. Aunque también resulta tremendamente injusto expresar que la Serie A es mediocre porque equipos ‘chicos’ como Macará, Aucas y Delfín pelean por la final, como si fuera su culpa que ‘grandes’ como El Nacional estuvieran en la decadencia.
El torneo de este año, es verdad, no es un dechado de virtudes técnicas ni tampoco abundan los cracks de fantasía ni existen entrenadores mágicos, pero al menos hay algo de espectáculo y el torneo se ha vuelto entretenido y de pronóstico reservado. La distancia entre el primero y el séptimo es de apenas 6 puntos, por lo que se augura un cierre de fotografía para esta segunda fase, en la que puede ocurrir de todo, desde una debacle de los equipos del Astillero, sin cupo directo para la Libertadores, hasta un finalista inédito, o incluso puede que no sea necesario jugar la final.
Las mediocridades, si hay que buscarlas, están en otro lado: en las improvisaciones, los sueldos impagos, los juveniles en ascuas, las gradas vacías y en las deficiencias de una organización que sueña con una liga profesional a lo España pero sin dar los pasos suficientes para acabar con las barras bravas y la inseguridad, que poco a poco alejan a la gente de los estadios.