El guapo de la barra

Lo que otros callan por temor o timidez, aquí se lo dice sin anestesia. Es comentarista de fútbol de EL COMERCIO.

Alejandro Ribadeneira

Licenciado en Comunicación Social por la Universidad Central. Es periodista desde 1994. Colabora con el Grupo El Comercio desde el 2000 y se ha desempeñado en diversos puestos desde entonces. Actualmente ocupa el cargo de Editor Vida Privada.

El covid-19, el fútbol y eso que llamamos 'normalidad'

El arquero de Liga de Quito Adrián Gabbarini (der.) celebra con sus compañeros el campeonato de Liga de Quito en la Súpercopa Ecuador.

El arquero de Liga de Quito Adrián Gabbarini (der.) celebra con sus compañeros el campeonato de Liga de Quito en la Súpercopa Ecuador.

A estas alturas, los clubes ecuatorianos están muy conscientes de que la temporada está prácticamente perdida. Cuando el aislamiento social por el covid-19 comience a levantarse, el restablecimiento de eso que antes llamábamos ‘normalidad’ (tomar un capuccino en una cafetería con los compañeros luego de la oficina, festejar el cumpleaños de un amigo en alguna disco, ir a un partido de fútbol...) será poco a poco, así que los partidos de las Series A y B se jugarán sin público, al menos dos meses.

Y serán espectáculos algo raros, pues el estado físico general de los deportistas no será el óptimo, por más que algunos hagan gala de su sensatez en casa. Lo más probable es que se deba abortar la idea de una Serie A de 18 equipos, pues la economía del país no dará para tanto. Y también será momento de un achicamiento general y lo más probable es que, por más que la Conmebol inyecte dólares, ningún club del Ecuador planteará un presupuesto mayor a los USD 10 millones.

Como lo escribió Andrés Luna en su columna para Bendito Fútbol, estamos ante el final del “fútbol como lo conocemos”, pues se ha pasado de un espectáculo altamente lucrativo y glamuroso, donde algunos empresarios y jugadores acumulan fortunas y viajan por el mundo, a una desvalorización de esta actividad que parece ajena a la realidad, pero sobre todo a la fragilidad del cuerpo humano y de la sociedad.

No obstante, más que pensar en eliminar de plano al fútbol rentado (“quiten ese segmento”, pidió Salim Zaidán en Twitter, como lo recuerda Andrés Luna), lo que urge es debatir sobre la importancia social del balompié en una sociedad que entrará en fase de reconstrucción. Puede -y debe- limitarse el lucro, pero debe potenciarse su faceta para vincular a la gente y salir adelante. La mejor normalidad futbolística que podemos recuperar es la de abrazarnos, todos juntos.

¿Podremos ver pronto algo así? El arquero de Liga de Quito Adrián Gabbarini (der.) celebra con sus compañeros el campeonato de la U en la Súpercopa Ecuador. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO