Cuando parecía que tenía todo bajo (relativo) control en esta guerra civil que vive la Ecuafútbol, Francisco Egas recibe dos puñaladas que ponen (otra vez) en duda todo su proyecto: una de Antonio Cordón, el Director Deportivo de la Federación Ecuatoriana de Fútbol, y otra de Jordi Cruyff, el entrenador de la Tricolor.
El primero renunció, harto de la inestabilidad generada por el golpe de Estado de la mayoría del Directorio, en abril. El segundo, en una escena cinematográfica, lo pensó mejor y se negó a subirse en el avión hacia Quito, pues sin Cordón y con varios dirigentes utilizando al hispano-neerlandés como pretexto para causar inestabilidad, era preferible ser parte de otros retos en Cataluña.
Lo de Cruyff es comprensible, pero hasta cierto punto. Dirigir al gran Lionel Messi debe ser una gran tentación, sin duda; pero dio su palabra de regresar y, para colmo, su cuerpo técnico estaba en Quito, esperando en la Casa de la Selección.
El ideario de Egas (y se supone que también era el de Jaime Estrada) se sustentaba en una modernización de la estructuras, y el pilar fundamental era contar con un Director Deportivo como eje y articulador de todas las selecciones, de la cual la Tricolor mayor es la más importante, el buque insignia que atrae patrocinadores, aficionados y jugadores. En un soplido, el proyecto se ha derrumbado y todo luce más desolado que un páramo luego de las llamas.
Más en frío, se verá si Egas y su bando tienen la energía y el margen de maniobra para insistir en la figura del Director Deportivo y la modernización. Nombrar un entrenador será un parche, aunque lo más sensato sea dejar el equipo a cargo del asistente de Cruyff, para evitarnos más improvisaciones.
Lo más urgente es resolver, de una vez por todas, la profunda división que existe en la dirigencia. Se necesita un consenso, tanto de nombres como de planes, un acuerdo mínimo, para salir de este lamentable pozo, que luce más y más hondo.
El entrenador de la Selección de Ecuador, Jordi Cruyff, cuando en España seguía los jugadores de la Tricolor. Tomado del Twitter de Jordi Cruyff