El guapo de la barra

Lo que otros callan por temor o timidez, aquí se lo dice sin anestesia. Es comentarista de fútbol de EL COMERCIO.

Alejandro Ribadeneira

Licenciado en Comunicación Social por la Universidad Central. Es periodista desde 1994. Colabora con el Grupo El Comercio desde el 2000 y se ha desempeñado en diversos puestos desde entonces. Actualmente ocupa el cargo de Editor Vida Privada.

El gran ejemplo de Álex Quiñónez para el país

Hubo un momento en que Álex Quiñónez parecía haberlo perdido todo. El ecuatoriano, que llegó a correr una final de 200 metros planos en los Juegos Olímpicos de Londres (2012), experimentó el famoso “peso de la fama” y un declive que decepcionó a quienes esperaban verlo en Río de Janeiro 2016, con una medalla olímpica.

Pero dejó de entrenarse luego de la experiencia de Londres, no fue a la cita olímpica brasileña y terminó como empleado en una mecánica. Parecía que había dejado que se extinga lo más importante para el deporte de élite: la pasión.

Por fortuna, Álex Quiñónez encontró ayuda, dejó atrás su estilo de vida, se entregó en cuerpo y alma al rigor de la disciplina y pudo regresar para conquistar la primera medalla de un ecuatoriano en una prueba de velocidad del Mundial de Atletismo.

Esto es digno para una película de Hollywood. Ya imagino a James Gartner, de la maravillosa ‘Glory Road’, o a Bennett Miller, de 'Moneyball', leyendo los detalles del regreso de Álex Quiñónez a la élite para bosquejar el guion, cuyo derrotero comenzó en mayo del 2017, cuando decidió volver al deporte. Lo más increíble es que, aunque casi tocó la gloria en Londres, Quiñónez en realidad era un atleta que no tomaba real conciencia de la alimentación ni tampoco conocía los aspectos teóricos de su propio deporte.

Lo más importante, en todo caso, fue que tuvo ayuda en lo emocional. Una de sus fisioterapeutas lo cobijó en su hogar, en un momento de fragilidad que resultó fundamental para que Álex Quiñónez encontrara el equilibrio en su vida y su talento pudiera explotar.

Hoy, el Ecuador, una nación que al parecer no encuentra caminos de entendimiento para el progreso, admira los resultados de quien aprovechó su segunda oportunidad.